Por: Valentín Varillas
Se llama Marco Antonio Méndez Rojas.
Al interior de la Fiscalía General del Estado se le conoce como el “Comandante Oro”.
Es, sin duda, uno de los personajes de mayor influencia al interior de la corporación y uno de los grandes consentidos de su titular, Víctor Carrancá, y del director de la Policía Ministerial, Luis Galán.
El pasado 5 de mayo, desde lo mas alto del organigrama de la Fiscalía, recibió una encomienda muy especial: encargarse de un mega-operativo en donde diferentes corporaciones policíacas detendrían un tráiler cargado con propaganda de la opositora Blanca Alcalá.
Más allá de cargos, ámbitos de influencia y facultades, a él se le dio la responsabilidad única, total, de las acciones.
De esta manera, el ministerial fue la voz cantante que ordenó a policías municipales, estatales y los propios agentes a su cargo qué hacer en aras de entregar buenos resultados.
A él y a nadie más se le delegó la justificación legal del operativo.
Fue Méndez el autor de aquel extraño reporte de robo de la unidad y quien tomó la decisión de que se sellara la cabina del tráiler pero no la caja que contenía la propaganda.
También el Comandante Oro fue quien recomendó a los ministeriales bajo sus órdenes que fueran especialmente histriónicos en su actuar.
Que llevaran armas de grueso calibre y que no escatimaran razones para mostrarlas a la menor provocación.
Amedrentar y generar miedo, eran parte de la consigna.
Las imágenes que circularon por redes sociales no dejaron ninguna duda: se trató de una impresionante movilización, atípica, inédita y que pretendía mostrar el músculo oficial.
Ni siquiera en el proceso de detención de peligrosos criminales se había visto semejante parafernalia.
Había que dejar un precedente y así se hizo.
El nombre de Méndez Rojas sonó recientemente en las investigaciones del caso de los jóvenes desaparecidos de Lomas de San Miguel, lo que derivó en la detención del empresario Jorge Aduna.
Los ministeriales en funciones, procesados por su involucramiento en el ajuste de cuentas, Javier Cruz Ventura y José Felipe Riveros Hernández, fueron identificados como personajes muy cercanos a él.
Sus auténticos incondicionales.
Al salir a la luz el escándalo, intentó por todos los medios, pero sin éxito, deslindarse de ellos.
Además, el Comandante Oro se echó al hombro el tema de los ministeriales Verónica Chávez Cruz, Máximo Guadalupe Alonso Portada y Armando Castro Gómez, acusados y de estar involucrados en secuestros “exprés” en Tehuacán; un auténtico escándalo al interior de la Fiscalía.
Para algunos, las pruebas contra ellos nunca fueron contundentes y los procesos en su contra obedecieron a un ajuste de cuentas entre elementos de la corporación.
También ha sido involucrado en otros escándalos y supuestos actos de corrupción.
Según el columnista Alfonso Ponce de León, Méndez Rojas sería la cabeza real de una amplia organización que opera una red de farderos que roban mercancías en tiendas de autoservicio y grandes almacenes de la capital del estado.
Como puede ver por el fondo y la forma, la detención del famoso tráiler con propaganda priista, fue un tema de altísima prioridad para el gobierno estatal.
Si no hubiera sido así, ¿para qué tanta molestia?