Por Shanik David
La instalación de industrias automotrices si bien se anuncian como proyectos que generarían un desarrollo económico importante para los estados, son también un arma de doble filo pues llegan a ser un factor que detone una mayor desigualdad entre la población.
Esto queda en evidencia con los casos de Aguascalientes y Puebla, los dos estados más desiguales del país, cuya coincidencia es que tienen una predilección por las plantas ensambladoras de coches, las cuales son prácticamente el centro de su economía.
Así lo refirió Miguel López López, representante del Observatorio del Salario Digno de la Universidad Iberoamericana al presentar el informe anual de dicho organismo, el cual tuvo como tema central en esta ocasión “Los Salarios y la Desigualdad en México”.
Entre los puntos que se analizaron para el reporte, destaca el hecho que si bien cada dos años el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publica los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), la cual se toma como base para medir el poder adquisitivo de los ciudadanos los resultados de la misma son parciales, pues aunque se tiene un largo alcance con la población no se mide a aquellos que concentran las mayores riquezas.
De este modo, y tomando algunos datos de producción y producto interno bruto, se hicieron ajustes al reporte del ENIGH para tener un panorama un poco más cercano a la realidad en lo que se refiere a la distribución de la riqueza en México.
El resultado de este ajuste refleja que, por ejemplo, que el 67 por ciento de la producción que se genera en el país se queda en manos del 10 por ciento más rico de la población, mientras que lo restante tiene que distribuirse en el grueso de la población.
Además, en los resultados originales del ENIGH se indica que el 79.1 por ciento de lo que se genera es usado para el pago de salarios y el 20.9 por ciento es la ganancia de los empresarios; pero con los ajustes hechos la proporción se invierte, pues los dueños de las empresas se quedan con el 70.9 por ciento de las utilidades y el resto se va para salarios.
Esto es importante señalarse pues hecha abajo los argumentos que se han abanderado en los últimos años para negarse al incremento del salario mínimo, con la justificación de que es necesaria mayor producción para poder pagar más, recordó López López.
Al contrario, continuó, México ha sido uno de los paises que mayor creciento de producción ha tenido en los últimos años, pero los salarios se han mantenido estancados al existir políticas que privilegian a la minoría más rica del país, lo cual incluso se ve claramente con el hecho de que mientras más grandes las empresas menos impuestos pagan.
Este escenario deriva en que, con los ajustes hechos por el observatorio, el índice GINI -indicador que se usa para medir el grado de desigualdad en una escala de 0 a 1, donde mientras más cercano a 1 mayor es el grado de desigualdad-, alcance a nivel nacional 0.74 puntos, lo que es un escenario alarmante.
La situación se acentúa al analizar el GINI por estado, pues en el caso de Aguascalientes y Puebla, como ya se mencionó anteriormente, son los que mayor desigualdad tienen con 0.90 y 0.89 respectivamente.
El problema, explicó López López es que estas empresas cercan sus inversiones, de manera que solo se benefician a sí mismos pues tampoco dan mejores salarios a sus trabajadores, por lo que sólo les cambian la forma de vida a las poblaciones donde se asientan, suben el costo de servicios y productos pero no dan algún apoyo real para que las personas mejoren su ingreso lo cual, a la larga, genera una brecha de desigualdad importante.
Además, se indica la desigualdad promedio en cuanto a salarios, y en el caso de Puebla el índice se encuentra en alrededor del 0.64 lo cual pone a la entidad en el séptimo lugar en desigualdad, sólo por debajo de la Ciudad de México, Oaxaca, Campeche, Hidalgo, Guerrero y Veracruz.
Otros datos que se reportan en el informe van relacionados con la desigualdad de ingresos por género o estado civil, pues mientras se estima que el ingreso promedio en México es de siete mil 635.6 pesos, pero una mujer gana en sólo seis mil 187.11 pesos; incluso, resalta que un hombre casado alcanza los siete mil 807.54 pesos mensuales, es decir gana 26 por ciento más que una mujer soltera.