Por: Valentín Varillas
Más allá de las encuestas a modo y del pago millonario para comprar líneas editoriales que favorezcan invariablemente al candidato de Casa Puebla a la gubernatura, Tony Gali, lo cierto es que en el presupuesto electoral del gobernador Rafael Moreno Valle, el escenario más realista es un triunfo de su delfín por un margen máximo de 100 mil votos.
Así como lo lee.
Se espera, por cierto, que el nivel máximo de votación que tenga el panista ronde los 850 mil votos.
No más.
La estrategia y acciones a implementar en las 5 semanas siguientes tienen como objetivo único el llegar a lo anterior.
Lo demás, son acciones propagandísticas que se ensayan para ganar en el siempre ambiguo terreno de la percepción.
Los asesores y cerebros de la campaña morenovallista han hecho sus cruces de información, han confirmado y procesado datos reales –los que jamás se publican- y han llegado a esa conclusión.
Sus números confirman que la fuerza real del candidato del blanquiazul se encuentra en la capital del estado y la zona metropolitana que comprende 7 municipios.
Ahí, la intención de voto a favor de la continuidad en el ejercicio de gobierno es mayoritaria y presenta una ventaja importante con respecto a la candidata del PRI, Blanca Alcalá, a pesar de que ella ya fue alcaldesa de la ciudad de Puebla.
La diferencia se cierra de manera importante en municipios al interior del estado, alejados de las zonas urbanas, en donde Gali presenta niveles de conocimiento e intención de voto considerados como “bajos”.
Otro factor al que se le apuesta es el de la operación electoral a través de los presidentes municipales considerados como “incondicionales”, es decir, quienes le deben el cargo al gobernador Moreno Valle.
El peor escenario esta también considerado.
En caso de emergencia, es decir, que la contienda se cierre de tal manera que pudiera poner en riesgo el resultado a su favor, la movilización planeada para el día de la elección está diseñada para la obtención de estos 100 mil votos con los que pretenden ganar.
Como en el 2010 y el 2013, auténticos ejércitos electorales se alistarán para “convencer” a votantes de inclinarse por la oferta panista.
Cargados con importantes cantidades de dinero en efectivo, pagarán gustosos hasta 2 mil pesos por voto –dependiendo de la zona del estado que se trate- previa muestra de una foto de la boleta tachada a favor de su candidato.
La logística está ya por demás ensayada, es simplemente camino andado y con el paso de los años, sus creadores y operadores se han vuelto auténticos especialistas en la materia .
Es difícil saber desde ahora cuántos puntos porcentuales representan esos 100 mil votos de diferencia.
Los más optimistas los ubican entre 6.5 y 7 % del total de votantes.
Suficiente para mostrar contundencia y para evitar que el resultado del proceso electoral poblano se salga de control con la judicialización del proceso.
Por cierto, en este sentido, a menor cantidad de ciudadanos en las urnas, mayores son las posibilidades de que se imponga el status quo.
En ese aspecto, juega a favor del sistema el pésimo desempeño de la autoridad electoral, que genera desconfianza, y la tímida campaña de promoción al voto que ha llevado a cabo hasta el momento.
No, no es casual, por si se lo pregunta.
