Por Alejandro Mondragón
El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, ha tenido ya que demostrar tres pruebas de amor al PRI para dejar en claro que no tiene ningún pacto secreto con Moreno Valle en Puebla.
Lleva semanas la versión de que fue él y nadie más quien pactó el triunfo de Antonio Gali Fayad, a cambio de que el gobernador Rafael Moreno Valle se sumara a su proyecto 2018, ante el rezago electoral del poblano.
En el CEN del PRI se lo reprocharon, en el senado y cámara de diputados levantaron las cejas y en Puebla los priistas están más que emputados y quieren cobrar factura a Osorio Chong cuando venga por el voto tricolor. Los Pinos actuaron.
Han sido tres pruebas concretas y sin pretextos. Se asegura que vendrán más evidentes para dejar en claro que no existe ningún pacto oscuro con lo que representa Moreno Valle. Vendrán algunos chingadazos hacia el candidato Gali.
La primera prueba fue la designación de la beltronista Isabel Allende en la delegación de Gobernación, posición que estaba bajo el control del morenovallismo. No de balde los últimos delegados le decían Jefe a Moreno Valle. La ex lideresa del PRI fue designada además coordinadora y ya no pasa reportes a Casa Aguayo, tampoco le prestan el helicóptero.
La segunda fue muy comentada en el primer círculo presidencial. José Alarcón era el delegado de la SEP. Tenía vínculos con el grupo Estado de México. Es más, Peña Nieto siempre le habló de usted y se refería a Don Pepe como su maestro.
Desde el CEN del PRI se documentó que Alarcón era un empleado más del gobernador. José lo negó, pero su amigo Moreno Valle entró a su rescate. Habló con Aurelio Nuño, secretario de Educación Pública. Vio a José Antonio Meade, Rosario Robles y terminó con Miguel Ángel Osorio Chong.
El góber de Puebla alegó que con Alarcón marchaba eficazmente la alianza educativa del presidente. El secretario de Gobernación le dejó en claro, la decisión está tomada: Don Pepe se va.
Un video mostraba a Alarcón entregando tabletas electrónicas, junto a Moreno Valle, y en lugar de pedir que se agradeciera a Peña Nieto, solicitaba un aplauso para el gobernador de Puebla.
De Gobernación se pidió a Blanca Alcalá que propusiera una persona de su más absoluta confianza para la delegación de la SEP. Ella aprovechó y mandó a Carlos Barrientos.
La tercera muestra de amor, pero que no será la última, ocurrió hace unos días en el tema de la candidatura independiente de Ana Teresa Aranda.
Después de los fracasos con el caso del PRD por parte de los “operadores” Luis Maldonado y Diódoro Carrasco, el gobernador encomendó el asunto de La Doña a los Piña Olaya (padre e hijo).
Se tenía que cabildear y garantizar que Ana Teresa Aranda no estaría en la boleta electoral. Nada más.
Fue la mano de Osorio, no la de Beltrones, la que nada más puso en perspectiva el punto de la violencia política contra las mujeres en Puebla para garantizar la unanimidad.
Tan seguro estaban los Piña Olaya de haber ganado que días antes filtraron que Anatere no sería candidata, al grado de hacer dudar a las plumas priistas.
Nunca estuvo en riesgo. Fue otro engaño al gobernador, ahora por parte de los Piña, pero también de Osorio Chong, cuya esposa es una de las mejores amigas de la Doña Aranda, desde el paso de esta última por el DIF nacional con Vicente Fox.
Osorio Chong al único juego que entrará será al de la sucesión presidencial del grupo de Peña Nieto y el PRI. El presidente tiene a Beltrones como su operador para preparar el 2018 y las alianzas secretas en nada ayudan al partido.
Por eso, ante las encuestas de Osorio Chong en El Financiero donde lo ponen como la estrella de la contienda, le pusieron los sondeos de Reforma, a través del cual el Secretario de Gobernación no es el priista que puede parar a López Obrador, puntero de la medición.
El mensaje es claro: las alianzas para el 2018 se dan adentro, en el PRI, no afuera, con los enemigos.
Otros secretarios ya no le han movido a las peticiones del gobernador de Puebla para cambiar delegado. Por ejemplo, ha pedido a Meade la cabeza de Vega Rayet y un reiterado no ha sido la respuesta.
¿Será Moreno Valle otro damnificado de este doble juego del poder que también practica?