Por: Jesús Manuel Hernández
El primer golpe, el primer round, antes de iniciar la pelea formal, se observó ayer en un auditorio contrastado por la especulación del “destape” formal de Antonio Gali Fayad y el interés de quienes esperaban ver a un precandidato suelto, desligado del morenovallismo, con estilo propio, más humano.
Pero no fue así, la superficialidad del discurso, cifras, datos, “somos los primeros…” en esto o aquello, no obtuvieron la conexión con los ciudadanos.
Muchos esperábamos que el estilo de Tony se impusiera finalmente, ese que le ha distinguido desde siempre, humano, cercano, amable, sin confrontación. En cambio escogió el estilo del morenovallismo, el retador, el impositivo, un tanto autoritario y marcado por esa tendencia norteamericana de los “pastores” y “ministros” tan exitosos en los mass media dominicales. Sólo faltó el ¡Aleluya!
Y sin duda los escuchas presentes o no en el recinto compararon el mensaje de Gali con el ambiente que reina en México en estos días cuando el Papa Francisco ha soltado algunas frases y condenas a los políticos, empresarios y sacerdotes sobre el orgullo, la vanidad, la lejanía con el otro, el uso de los carros faraónicos, etcétera.
El Papa ha dado un ejemplo de cómo se construye un liderazgo sin dinero, sin pompa, sin espectacularidad, sólo con humildad, humanismo, amor a los demás, y por supuesto la cercanía.
Gali se vio como un imitador de Rafael en su estilo y construcción de mensaje. Un estilo que ha entrado en franca decadencia, que es menospreciado por los especialistas.
Y la duda asoma. ¿Este estilo lo escogió Gali o se lo impuso Rafael? De ser decisión propia seguramente los asesores valorarán su error. Pero si fue una orden, sería tanto como volver a los tiempos de “Carlos, Neto y Titino…”
O por lo menos así me lo parece.