22-11-2024 02:18:17 AM

Si es Blanca Alcalá, podría negociarse Puebla

Por: Valentín Varillas

Un par de semanas después del triunfo de la alianza anti-PRI en el 2010, Fernando Manzanilla, cabeza del equipo de transición del gobernador electo, Rafael Moreno Valle, se reunió en corto con la todavía presidenta municipal de Puebla, Blanca Alcalá, para invitarla formalmente a ser parte del próximo gabinete estatal como titular de la cartera que se encargaría de las actividades culturales oficiales y que tendría un rango similar al de una secretaría.

En el encuentro, en donde reinó la cordialidad, Manzanilla le dejó bien claro a Alcalá que Moreno Valle tenía un interés “muy especial” en que la priista se integrara a su primer círculo de colaboradores.

También le explicó que la intención de sumarla al próximo gabinete no respondía a una intención mediática de seguir enviando mensajes de inclusión a personajes representativos de grupos políticos distintos a los que llevaron al poder a RMV, sino que se trataba simplemente de un “justo reconocimiento a sus capacidades”.

Blanca pidió tiempo para dar una respuesta, lo que le permitió analizar el movimiento de grupos al interior de su partido en el contexto de la renovación de la dirigencia estatal y aprovechar de paso el acercamiento morenovallista para presionar y amarrar su candidatura al senado en la elección federal de 2012.

La invitación formal recibida por Alcalá fue el colofón de una serie de acercamientos que la presidenta tuvo, inclusive antes de la elección del 4 de julio, con un grupo específico que al final resultó fundamental en el triunfo de la alianza opositora: los docentes afiliados al SNTE que operaron electoralmente a favor de Rafael.

Si bien en campaña Blanca fue escrupulosamente cuidadosa de las formas en aras de no hacer más grandes las de por sí fundadas sospechas sobre su lealtad al PRI y a los marinistas que llevaron como candidatos, fue real también que algunos colaboradores de su entera confianza mantuvieron un permanente canal de comunicación con el equipo de maestros que Elba Esther Gordillo designó para encargarse de la elección poblana.

Una vez confirmada la victoria de la alianza opositora, fue la propia “maestra” la que personalmente pidió a esos interlocutores que reforzaran sus canales de comunicación con la gente de Alcalá y que en el momento en el que el gobernador electo se planteara seriamente el perfil de quienes conformarían su gabinete, se concretara cuanto antes una reunión con el equipo de transición.

Aunado a esto, resulta también curioso el hecho de que la hoy senadora haya permanecido siempre ajena del debate de temas polémicos que han afectado la imagen del gobernador Moreno Valle.

En el tema Chalchihuapan, mientras la sociedad se manifestaba exigiendo justicia, el domingo después de la muerte de José Luis Tehuatlie Tamayo, Alcalá, uno de los supuestos liderazgos más importante del principal partido opositor en Puebla, encabezaba una importantísima y muy urgente reunión con mujeres en la junta auxiliar de La Libertad.

El mismo autismo ha mostrado en casos como el encarcelamiento de disidentes al régimen, los feminicidios, la privatización del agua potable, la foto-multa, el altísimo costo y bajísima calidad de los principales proyectos de obra pública, el crecimiento de la pobreza, los brotes de ingobernabilidad en municipios poblanos y demás.

En teoría, en el cuarto de guerra del priismo nacional -en donde se definirá la estrategia electoral que se aplicará el próximo año en los 13 estados en donde habrá elecciones- se pretende utilizar todos estos espinosos temas como materia prima para la elaboración de la campaña con la que buscan recuperar el gobierno poblano.

¿Se imagina a Blanca golpeando al gobernador y sus políticas públicas?

¿Cómo lograrán tan monumental transformación?

Si es verdad que no existe la negociación y que los madrazos serán reales, Alcalá de plano no cuadra en el perfil de candidata valiente, aguerrida, echada para adelante.

A pesar de que el tricolor aplique fríamente los criterios de rentabilidad electoral y privilegie en la decisión a quien ocupa el primer lugar en las encuestas.

Otro tema que de plano no cuadra, es la facilidad con la que a Blanca le fueron aprobadas sus cuentas públicas, principal garrote político del actual régimen, a pesar de la altísima corrupción que prevaleció en prácticamente todas las áreas de su gobierno.

Mientras, Eduardo Rivera -compañero de partido del gobernador- ya no sabe a qué instancias recurrir para lograr la tan anhelada absolución.

Algo muy raro está pasando en esta coyuntura electoral.

Con el nivel de surrealismo de la política poblana y la obsesión del gobernador de no ser descartado en la carrera presidencial rumbo al 2018, créame, cualquier escenario es posible.

abajovale

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