Por: Alejandro Mondragón
El presidente Enrique Peña Nieto y nadie más decidirá finalmente quién será la carta del PRI para la gubernatura del 2016 en Puebla y los otros 12 estados donde habrá comicios, incluido Colima.
Dos son las razones:
1.- Quiere que el PRI gane todo lo posible con aspirantes competitivos. La estrategia Eruviel en el Estado de México, donde era el mejor posicionado, pero el más alejado de su círculo interno. Privó el criterio de rentabilidad, no de amistad.
2.- Los próximos gobernadores priistas, si ganan los comicios, se la deban a él, no al líder del PRI o algún secretario de Estado. El 2018 empieza en el 2016 con quienes operarán la elección presidencial que les marque Peña Nieto.
Esas dos razones ya las sabe Manlio Fabio Beltrones, líder nacional del PRI, quien empezó a comunicar a los abanderados del tricolor y exgobernadores que se suponen operarán de su lado contra el gobernador Rafael Moreno Valle.
El mensaje es claro: “Es decisión del presidente Peña Nieto y mi trabajo será garantizar, eso sí, la unidad partidista” para que nadie salga a jugar las cartas morenovallistas de manera furtiva.
Con base en tales criterios queda dibujado el perfil priista para el 2016: Blanca Alcalá Ruiz, quien puntea en las encuestas de Los Pinos para suceder a Moreno Valle y en el 2018 apuntalaría a la carta de Peña Nieto por Los Pinos, no a Beltrones, como sí ocurriría con Enrique Doger Guerrero.
La senadora del PRI ya prepara con su equipo su estrategia de destape para después del V Informe de Moreno Valle. Nada antes.
Alcalá afina todo con su coordinador de Campaña: Edgar Chumacero; su operador de medios, Edgar Chumacero; su particular, Edgar Chumacero; el responsable de giras, Edgar Chumacero; encargado de su agenda del Parlatino, Edgar Chumacero; operador de redes sociales, Edgar Chumacero; y su yerno Edgar Chumacero.
Si por Beltrones fuera, Doger sería el candidato, pero no ha sido, es, ni será decisión suya, sino del Presidente. Hoy, las encuestas favorecen a Blanca.
Con Alcalá, Peña Nieto resuelve otro dilema: evitar el golpeteo a la figura del gobernador de Puebla, aliado dentro del PAN y PRD para contrarrestar los ataques opositores y miembro del poderoso grupo Atlacomulco, encabezado por la familia Hank, principal beneficiaria de la obra pública federal y local en Puebla y otras latitudes.
La senadora con el discurso de que los poblanos no quieren confrontaciones que dividan mantendrá la premisa peñista y de su círculo más cercano: Puebla se recuperará por las buenas.
Otros se encargarán de la guerra sucia, pero desde el partido, el PRI; no se usará al gobierno federal.
Y es que en el presupuesto de Los Pinos, Moreno Valle siempre ha expresado en la intimidad que él forma parte de los aliados incondicionales de Peña Nieto, lo que podría llevarlo a pactar la devolución de Casa Puebla en aras de salvar su pase, sin veto, para jugar la presidencial en el 2018.
La perversidad política en su máxima expresión.
Sería interesante saber qué opina Tony Gali de esta opción y si está dispuesto a jugar al sacrificio por la causa.
Las plumas morenovallistas han empezado a manejar el discurso meloso de que la mejor carta para el PRI sería Alcalá y no Enrique Doger, pues éste es muy belicoso.
Aunque meten veneno contra el exalcalde de Puebla, en realidad ven a Alcalá como una opción para pactar la devolución de la gubernatura al PRI.
Y como Manuel Bartlett que en 1999 dejó morir solo a su candidato José Luis Flores frente a Melquiades Morales, porque le salió lo demócrata en su sueño por ser presidente, ahora se vislumbra en escenario similar.
Bien dicen que Los Delfines son especies en peligro de extinción.
NOTA BENE
Enrique Doger Guerrero tampoco está muerto en esta lucha por el 2016. Faltan tres meses para que repunte en las encuestas de Los Pinos. Todo puede pasar.
Una cosa le ayuda: el gradual y sistemático proceso de descomposición del estado de Puebla, donde los activos se volvieron pasivos para el grupo gobernante.
El morenovallismo perdió la plaza de las redes sociales y la agenda ciudadana.
Hay un creciente rechazo hacia que siga la transformación con la figura de Tony Gali, quien está claro no se la jugaría con el candidato de Peña Nieto el 2018.
