Por: Juan Manuel Mecinas
El perito de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos dictaminó lo que otros ya habían afirmado con más intuición que conocimiento técnico: que en el basurero de Cocula no hubo un fuego que permitiera cremar a 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa.
Su afirmación echa abajo la “verdad histórica” que sostuvo la Procuraduría General de la República, esa versión que afirmó que los cuerpos de los estudiantes fueron incinerados en un basurero.
El perito eleva las sospechas sobre la actividad de la Procuraduría mexicana. Quienes afirmamos que era un despropósito que no se persiguiera el delito de desaparición, y que los esfuerzos de la procuraduría se enfocaran en el homicidio, no hacíamos sino poner en entredicho la labor de una procuraduría que presumió que los jóvenes no pudieran estar vivos y que el delito no fuera continuo. La cuestión no es menor: los instrumentos de investigación en caso de homicidio y en caso de desaparición son distintos.
Más allá de las diferencias procedimentales, el gobierno sigue sin dar respuesta a dos preguntas esenciales: ¿qué pasó en “la noche más triste”? y ¿cómo hacer una nueva investigación más transparente?
Un año después, a los que defendieron a capa y espada la versión del procurador Murillo Karam los ha dejado sin argumentos el propio Presidente Peña Nieto, porque ha aceptado volver a hacer un dictamen/investigación, aceptando lo que otros afirmaban con intuición y razones: que el trabajo de la PGR había sido desastroso y que la “verdad histórica” -ya descalificada por científicos de la UNAM- tenía pies de barro.
Por lo pronto, hay sólo cuatro certezas:
- No hay versión oficial;
- Los 43 siguen desaparecidos (no hay cuerpos y no hay versión oficial de lo que pasó con los estudiantes);
- Los padres siguen viviendo en una incertidumbre;
- Y en el gobierno nadie es responsable. Ha habido una investigación propia de un país bananero y de funcionarios incompetentes, pero, conforme a la marca de la casa, nadie es responsable en el gobierno de Peña Nieto.
La crisis más importante de este gobierno, pues, sigue sin cerrarse; y nadie es responsable. Nadie.