Por: Rocío García Olmedo
En Marsella, hace unos días el Presidente Enrique Peña y el Presidente de Francia Francois Hollande, protagonizaron un justo reconocimiento a la labor diplomática y humanista del poblano Gilberto Bosques Saldívar (1892-1995).
La develación de una placa de la Plaza Gilberto Bosques, la cancelación de estampillas emitidas en forma conjunta por los servicios postales de ambos países; se suma a otros reconocimientos que por fortuna en los últimos tiempos, poco a poco lo han ido colocando en el lugar que merece en la historia de nuestro país.
La calle que lleva su nombre en el barrio Donau-City de Viena a iniciativa del Dr. Kristian Kloy y el Centro de Documentación de la Resistencia Austriaca; el nombramiento otorgado en su memoria ”Justo entre las Naciones” otorgado por la autoridad mundial para la memoria de los héroes y mártires del Holocausto; muestras fotográficas de la comunidad judía en agradecimiento a la tradición de asilo y solidaridad de nuestro país; la serie de homenajes organizados por fundaciones internacionales y la comunidad; y por fin poco antes de su muerte en 1995, su nombre grabado en el muro principal del H. Congreso del estado de Puebla; son algunos de los reconocimientos que honran su memoria.
Justamente un 20 de julio de 1862, nace en Chiautla de Tapia, Puebla este personaje que antes de ser diplomático fue un destacado político y legislador, que luchó en la Revolución; miembro de la generación 1915 que tuvo por mérito la reconstrucción del país después de la ola revolucionaria de 1910-1917, maestro de origen egresado de Instituto Normal del Estado, que se vincula al activismo político con los hermanos Serdán.
Fue diputado al Congreso Constituyente en Puebla (1917) por el distrito II de Puebla, diputado federal por el distrito 7 de Izúcar de Matamoros y por el distrito de Acatlán, Presidente del Partido Nacional Cooperativista filial Puebla, editorialista y años después director del el periódico El Nacional.
Una etapa histórica parte-aguas en nuestro estado, que sigue investigándose en Puebla, se presenta cuando en 1935 la Alianza Revolucionaria de Obreros y Campesinos del Estado de Puebla, la más fuerte organización de su época y brazo electoral de la FROC, lo postula como candidato a Gobernador de Puebla para los comicios internos del entonces PNR, pero Maximino Ávila Camacho también fue postulado por la Confederación Campesina Emiliano Zapata; relatan los estudiosos que sobrevino entonces una de las “más brutales represiones jamás vista en Puebla” hasta entonces, que consignan agresiones e intentos de asesinarlo, finalmente se consuma el “triunfo” de Ávila Camacho y fue designado en 1938 por el Presidente Lázaro Cárdenas Cónsul de México en Paris.
Y ahí una más de sus aportaciones, tras la Guerra Civil española miles de españoles huyeron a Francia luego de la derrota republicana. Y Bosques inicia su labor diplomática brindando apoyo a los españoles. En una Europa para entonces convulsionada por la Segunda Guerra Mundial pronto tiene que extender su auxilio a refugiados antinazis y antifascistas de Austria, Italia, Yugoeslavia rescata de la muerte a cerca de 40 mil personas, mujeres, niños y niñas otorgándoles una visa mexicana y abriendo las puertas de México; sufre el acoso de espías e infiltrados.
La persecución judía se intensifica, los oculta, los documenta y les otorga las facilidades para salir de Francia; México rompe relaciones con Francia Bosques se encarga de la nota de ruptura, es tomado preso junto con su familia y los miembros de la legación mexicana por el gobierno nazi y recluidos por un año en una localidad alemana, al alcanzar su libertad regresa a México donde lo esperaban en la estación del tren miles de hombres y mujeres que fueron salvados por él. Su actuación histórica.
Después fue nombrado titular de la representación mexicana en Portugal, Suecia, Finlandia, Cuba. Solicitó su retiro del servicio diplomático al Presidente López Mateos.
Cuando cumplió 102 años en una entrevista en La Jornada declaró: “México vive hoy una contrarrevolución que arranca desde Ávila Camacho. No se trata de vivir atado al pasado, sino de tomar la dialéctica del tiempo y poder observar las transformaciones históricas. Yo he dicho muchas veces que es bueno ser revolucionario, es bueno haber sido revolucionario, pero mucho más importante es seguir siendo revolucionario”
Tuve la fortuna de conocerlo y a mi paso por el Congreso del Estado como diputada, logré la reedición de su libro “Artículos, Conferencias y Discursos” cuya primera edición fue de 1994. Enriquecimos este libro en su segunda edición que salió a la luz con motivo del Centenario de la Revolución Mexicana en 2010, con información de su familia: su hija Laura que siempre lo acompañó hasta su muerte y Alejandro Manjarrez; y con un Prólogo de la autoría de Jorge Arrazola que retrata con su pluma la enorme riqueza de vida de Don Gilberto Bosques.
Recomiendo el texto y recomiendo ver el gran documental que produjo Lillian Liberman “Visa en el Paraiso”. El aniversario de su nacimiento obliga su recordación.