Al estar en cuclillas quedé a la altura de su bragueta, él la bajó y me puso el pene frente la cara, tenía una mediana erección. Lo tomé con una mano y comencé a manipularlo, mi mano subía y bajaba rápidamente. Sosteniéndolo con la mano por la base lo metí a mi boca y comencé a mamárselo.
Él dirigía mis movimientos empujando mi cabeza y forzándome a permanecer más tiempo con su pene bien dentro de mi boca y jalándome del cabello bruscamente cuando decidía que era suficiente. Cuando ya la tenía bien dura me incorporé pero mi mano siguió jugando con su pene.
Él metió una mano entre mis piernas e introdujo un par de dedos en mi vagina, pellizcando mi clítoris de vez en cuando. Me levantó una pierna, acomodó su pene contra mi vagina y me penetró rudamente. ¡Lancé un gemido por la sorpresa!
Sus embestidas eran tan rudas que me hacían tambalearme. Súbitamente sentí un cuerpo bien pegado a mi espalda, al voltear vi a Charly. Él me miró con los ojos en llamas, ambos volteamos a ver al extraño, que con una pestañeada dio su conformidad. Charly posó sus manos en mis nalgas y las acarició, con las manos primero y luego con la boca. Sentía sus manos separar mis nalgas y hundir su lengua contra mi ano.
El extraño me sacó el pene y me empujó obligándome a doblarme, volvió a penetrarme pero ahora desde atrás, Charly se puso frente a mí y metió su pene a mi boca, moviéndose para meterlo y sacarlo, sostenía mi cabeza con las dos manos y yo tenía las mías apoyadas contra sus piernas para no perder el equilibrio. Ambos hombres se sincronizaron, empujándome el uno contra el otro. Charly de vez en cuando bajaba las manos y pellizcaba mis tetas bamboleantes.
Perdí la cuenta de los orgasmos que me provocaron, perdí la cuenta de las veces que ambos cambiaron posiciones.
Al final, tumbados entre los botes de basura, restos de comida y botellas vacías fumamos un cigarrillo. El desconocido se alejó agitando la mano. Charly ofreció llevarme a casa en su moto y acepté.
Me dejó ante la puerta de mi casa y se alejó ruidosamente. Metí la llave en la cerradura y al entrar vi la maleta de Diego. Me dirigí hacia la recámara y lo encontré en la cama, esperándome desnudo, con una sonrisa y con un ¡Sorpresa…!