Sería una alternativa como candidato opositor a la reelección de Alfonso Esparza, cuya abyección genera ya repudio en vastos círculos académicos y estudiantiles de la BUAP.
Académico de intachable trayectoria, maestro en Ciencias Sociales y Doctor en Economía, Sánchez Daza fue el único universitario que dio la cara por los alumnos detenidos por su presunta participación en actos terroristas en Puebla.
Mientras Alfonso Esparza se escondía tras la toma de las instalaciones de Rectoría, el coordinador del Doctorado en Economía Política en Desarrollo de la Facultad de Economía de la BUAP, no sólo protestó, sino que envió una carta al gobierno de Rafael Moreno Valle en la que reclamaba la liberación de los jóvenes y lo responsabilizaba de cualquier agresión física.
En su colaboración en el diario digital E-Consulta, Sánchez Daza es muy claro:
“Desde hace ya varios lustros las autoridades universitarias se habían caracterizado no solo por carecer de la más mínima actitud crítica frente al poder gubernamental, sino que además formaban parte de la cúpula política priista.
“La actual administración universitaria si bien planteó desde un inicio un nuevo perfil –menor presencia personal y sin intenciones de proyecto político- las relaciones con el gobierno seguían en la misma tonalidad.
“(…) Sería importante que la comunidad universitaria participara abiertamente en lo que pudiera ser una recuperación de la Autonomía de la Institución, de hecho se trataría de una reconstrucción de fondo de los vínculos de la Universidad con la Sociedad y el Estado, que debiera incluir repensar sus funciones sustantivas considerando las demandas de una sociedad empobrecida y con sistemas ecológicos amenazados o en franca destrucción, características que son causadas por las formas de acumulación de capital prevalecientes e impulsadas por las cúpulas políticas dominantes.
“En el ámbito universitario, hay que señalar que existe una práctica política que ha sido construida a partir de la implementación de los modelos educativos dominantes, de las estructuras autoritarias y clientelares de las administraciones en turno y del enquistamiento en ellas de una capa burocrática vinculada a los intereses de los grupos de poder político estatal y nacional. Las prácticas clientelares incidieron en un funcionamiento atrofiado, deformado, de los órganos colegiados de gobierno y en la toma de decisiones verticales, contribuyendo así en la conformación de una escasa participación crítica, tanto de estudiantes como de académicos.
“El ejercicio de prácticas democráticas fue reducido al máximo, las elecciones a los órganos de gobierno se convirtieron en momentos de disciplina y de formación de operadores en beneficio de esas capas burocráticas. Las organizaciones estudiantiles independientes fueron cooptadas, reprimidas o aisladas; muy pocas lograron la sobrevivencia, pero fueron marginadas y, en muchos casos, satanizadas. La relación entre esas organizaciones y las autoridades universitarias fue dominada por la incomunicación y la desconfianza, cuando no por el enfrentamiento abierto”.
Sánchez Daza no ha hecho ningún pronunciamiento al respecto, pero son precisamente los universitarios quienes lo ven como una opción real y seria para rescatar la autonomía de la BUAP y, sobre todo, suprimir la sumisión rectoral ante el gobernante en turno.