“Es un donativo de la BUAP”, se consigna en un voluminoso expediente sobre las aportaciones y gastos de campaña de la hermana del entonces presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa.
La revista Proceso exhibió la podredumbre política de la BUAP con sus “donativos” en Michoacán.
¿Qué tenía que hacer el dinero universitario de Puebla en una campaña electoral en Michoacán?
Es la impunidad del poder. La misma que permite que ni los auditores externos y mucho menos la Auditoría del Estado de Puebla, en manos del Poder Legislativo, haya investigado ese hoyo financiero universitario.
¿Tendrá algo que informar el rector Alfonso Esparza?
Sobre todo porque hay evidencias de que desde la BUAP se utilizaron recursos financieros y académicos para respaldar las campañas de los candidatos derrotados del PAN en Tepeaca, Mario Rincón; y el distrito 12, Ángel Trauwitz.
Y es que la BUAP vive hoy la peor crisis de credibilidad. Después de 25 años de estabilidad, los estudiantes tomaron la rectoría en reclamo a la sumisión de Esparza frente a las detenciones arbitrarias de alumnos.
Una universidad que dejó en manos de paramilitares o sicarios la seguridad interna. Fotos de quienes supuestamente revisan a los estudiantes son propias de estos perfiles.
Ellos trabajan para la Dirección de Apoyo y Seguridad Universitaria, a cargo de la sobrina de Esparza, Susana Hernández.
¿Alguno de estos guaruras se atreverá a presentar su carta de antecedentes no penales?
Vea las imágenes y confirmará lo bajo que cayó la BUAP de Alfonso Esparza.
Eso sí, mantiene áreas donde directivos se comportan con prepotencia y arrogancia. Siguen los pasos de su rector.
Ahí tiene al nuevo director de Radio BUAP, Ricardo Cartas, quien presume por el cuadrante que él es el consentido del Tío Poncho. ¿Ahora sobrinos?
Ya desde tiempos de Agüera operaba temas con estudiantes, después lo apadrinó Alfredo Avendaño, un bueno para nada en el tema de la comunicación. Desde Radio BUAP quiere hacer carrera universitaria para aspirar a la grilla, porque su sueño en la vida es ser Secretario de Cultura, precisamente cuando en Puebla desapareció esa dependencia.
No es el único caso. Martín Báez Jiménez es el secretario Administrativo de la Escuela de Artes (Música, Danza y Arte Dramático) de la BUAP. Es considerado por los estudiantes como un auténtico hijo de la chingada: restringe permisos para ocupar salones, controla uso de instrumentos y horas clases. Humilla a los alumnos que no se someten. Nunca está en la oficina, pero cuando regresa siempre olvida hasta el nombre.
La triste BUAP tan lejos de la autonomía y tan cerca de Esparza.
