Los adversos resultados electorales, más en lo cualitativo que en lo cuantitativo, pusieron en evidencia una realidad insoslayable: Moreno Valle sólo tiene una carta para jugar competitivamente en el 2016 y, por ende, fue puesta contra la pared con la pérdida de la capital en 3 de sus 4 distritos.
Del otro lado, la victoria del PRI renovó el ánimo decaído del priismo poblano, después de cinco años de derrotas electorales y políticas. Eso permitió que más invitados se sumaran para participar en el 2016 y ahora presionen por ampliar el periodo legal.
Al bote pronto, el morenovallismo contuvo las ansias que podrían haberse desbordado. A través de su principal operador político, Eukid Castañón, cerró el debate de la ampliación del periodo para la minigubernatura de un año con 8 meses.
Ampliar a 4 años con 8 meses alentaría los apetitos políticos y económicos de priistas para vengarse del morenovallismo, además de que los enemigos presidenciales de Moreno Valle se meterían al proceso.
Por lo tanto, la carta será Tony Gali, a quien el mandatario al día siguiente de que fue “tocado” electoralmente lo placeó en la zona de Los Fuertes y mantuvo reuniones de contacto físico en colonias con el alcalde.
Pero también se hizo acompañar de Luis Banck Serrato, secretario de Infraestructura, quien se perfila como la carta para asumir la alcaldía en el periodo en el que Gali irá por la gubernatura.
El alcalde fue impulsado desde el 2013 para la ciudad con el propósito de ser la opción del 2016. Su proyecto se construyó en el laboratorio morenovallista de la capital para que no hubiera la menor duda de su destino. Para competir necesita sumar, no restar, a los operadores políticos del góber.
Eso está definido. No se necesita ser vidente ni formar parte del Tripack para entender que Moreno Valle no vacilará de cara al 2016 para evitar el regreso del PRI a Casa Puebla.
Las alianzas partidistas se vuelven lo más cotizado para la sucesión en Puebla. El PAN debilitado con un PRD desprestigiado y un Panal maniatado por el gobierno federal obligará a ser más imaginativos.
Ahí está Morena que no ganará, pero será fiel de la balanza con sus votos, mientras el PRI llevará al PVEM, quizá el Panal y todo apunta a Movimiento Ciudadano, como aliado para disputarle a Moreno Valle Casa Puebla.
Gali es la carta para sucederlo, pues excepto Martha Érika Alonso, la presidenta del DIF, no aparece ninguna otra figura posicionada en todo el estado. Las últimas mediciones de encuestadoras revelan precisamente a la esposa del mandatario con buena tendencia al voto.
Quizá ella pueda ser opción en el 2018, pero lo que sí ya quedó claro es que Cabalán Macari que había perdido el boleto para la gubernatura del 2016, ahora todo apunta que además de salir derrotado en la fórmula a la diputación federal con Ángel Trauwitz, también se quedó sin dientes para la alcaldía dentro de tres años.
¿Cómo imponerlo o llevarlo a las urnas si no pudo ganar ni la suplencia en 2015?
Y la derrota de Cabalán puede ser una victoria para Jorge Aguilar Chedraui, quien como parte del grupo en el poder puede aparecer como la carta para el 2018. No hay más.
Mientras enfrente, la lista de adversarios panistas y priistas crece con mejor potencial, porque ven al grupo morenovallismo dividido y enfrentado entre sí y con sus aliados.
Aprovecharán cualquier oportunidad para dar su navajazo.