Históricamente, en este tipo de elecciones es complicado movilizar a los electores; ello acarrea que los partidos dependan de su voto duro, por lo que la elección era de alto riesgo para un partido nuevo –que por antonomasia carece de él– y que, necesariamente, debe arrebatar parte del voto duro a otras opciones políticas.
b) Se trataba de su primera elección federal. A pesar de haber nacido como un movimiento curtido a la par de la elección de 2012, Morena se presentaba como una marca nueva, distinta del PRD, el PT y el MC. Una marca nueva con un símbolo innegable: Andrés Manuel López Obrador (AMLO). El partido de AMLO tenía en él su debilidad y su fortaleza.
3. La falta de recursos como principal factor en su batalla. Al tratarse de un partido de reciente creación, su financiación fue menor que otros institutos políticos de cara a la contienda electoral. Recibió menos de una décima parte del presupuesto que recibió el PRI y el PAN, 3.5 veces menos de lo que recibió el Partido Verde, una tercera parte de lo que recibió MC, Nueva Alianza o el PT y, sobre todo, siete veces menos presupuesto que el PRD.
Morena ha logrado una votación superior al 8%, lo que pude ser visto como una vaso medio lleno (si se consideran los tres aspectos antes mencionados) o como un vaso medio vacío (si se omiten los matices propios de un nuevo partido, en un nuevo escenario, y compitiendo en elecciones intermedias).
La votación de 2015 ha convertido a Morena en una fuerza importante en términos políticos y en la primera fuerza política en el Distrito Federal, pero el 2018 es lejano y son tres los principales obstáculos para que Morena logre un resultado importante en 2018:
I. Sus alianzas con otros partidos. Una izquierda unida puede lograr el triunfo en las elecciones de 2018; si hay más de un candidato de izquierda, el resultado es previsible: la derrota. Morena solo logrará triunfar si triunfa la izquierda, es decir, si la izquierda en su conjunto concurre con un solo candidato a la votación presidencial, lo que incluye al PRD.
II. Su cambio de discurso. El discurso de que los partidos en el poder son todos unos corruptos no servirá, porque sus aliados no se lo permitirán y porque ellos mismos ya son parte de ese sistema al que descalifican. Además, el discurso señalando al PRD no sirve para gobernar. En las elecciones era necesario el distanciamiento, mientras que en el gobierno es necesario el acercamiento. El discurso de ruptura no sirve para gobernar y si no gobierna (la parte que le corresponde), Morena no podrá mostrarse como un partido distinto.
III. López Obrador debe tener la generosidad que lo hará mito: dar un paso al costado. No parece ser el personaje que permita dos cosas: unir a la izquierda y enfrentar con éxito al PRI y al PAN. Es hora del retiro digno y democrático, no del empecinamiento egoísta.
AMLO tiene la palabra y, en gran medida, el futuro de la izquierda en sus manos.