La intentona de perfilar a Ceballos al frente del partido pretende terminar con el ala disidente e incómoda a los intereses oficiales en Puebla que encabezan el actual presidente del CDE, José Ángel Pérez García, y el diputado local Ignacio Alvízar Linares.
Sobra decir que la potencial llegada del patético marinista Ceballos López es muy bien vista por el alcalde de San Pedro Cholula, José Juan Espinosa Torres, servil incondicional de Moreno Valle.
De concretarse lo anterior, no sería la primera vez que el Profe sirva a los intereses políticos del morenovallismo.
La campaña 2013, en donde fungió como comparsa oficial “compitiendo” bajo las siglas del Partido del Trabajo a la alcaldía de Puebla es un claro ejemplo.
Un par de meses antes del proceso electoral, cuando juraba que en su pecho latía fuerte el sentimiento priista, Miguel Ángel Ceballos declaraba a los medios poblanos su adhesión absoluta e incondicional al proyecto de Enrique Agüera.
En plena efervescencia del proceso interno tricolor y de acuerdo a la tradicional forma de hacer política en ese partido, un espaldarazo con esas características hubiera sido suficiente para amarrar alguna otra posición importante como premio de consolación.
No fue así.
Y es que el caso Ceballos, a diferencia de otros que se resolvieron aplicando la siempre infalible pomada del hueso, tenía un leitmotiv completamente ajeno a impulsar un proyecto político personal.
Cobijado por el clan de los Morales, —aquellos que por naturaleza tienen ya inoculado el virus de la traición política— el gris Profe tenía como misión única infiltrar al PRI y sus candidatos para tener acceso así a información privilegiada que podía ser de mucho valor para sus adversarios políticos.
Sobre todo en el caso del candidato a la alcaldía de Puebla.
Desde adentro y habiendo pasado en teoría la prueba del ácido en lo que a confianza absoluta se refiere, Ceballos podría cumplir efectivamente su misión de defender los intereses electorales de Casa Puebla.
Sin embargo, algo salió mal.
Otro infiltrado en el grupo político rival desenmascaró la jugada y fue entonces como, a pesar de las súplicas, al Profe, le dieron con la puerta en la nariz cuando intentó cobrar la factura de su hipócrita apoyo al proyecto de Agüera.
Esto motivó un cambio radical en la estrategia.
De alguna manera había que “aprovechar” a Ceballos en la coyuntura electoral y fue entonces cuando un operador de los más cercanos y de mayor confianza del gobernador Moreno Valle propuso mandarlo como candidato a la alcaldía por el PT, partido que gracias a los millones que ganó en Puebla su líder nacional, Alberto Anaya, con la instalación en el estado de sus Centros de Desarrollo Infantil (CENDI), se convirtió en un aliado incondicional del mandatario.
Juran los morbosos que el pago para el Profe, además de conectar su agonizante carrera en la política a un respirador artificial, fue enviar al archivo muerto un amplio expediente que data de aquella oscura época en donde llevó las riendas del tristemente célebre Fideicomiso de la Reserva Atlixcáyotl.
Ese que además de desaparecerlo, el gobernador Moreno Valle prometió hacerle justicia ajustando cuentas con sus corruptos ex directores.
Además, se habla de cinco millones de razones extra que hicieron imposible que Ceballos se negara a encabezar una nueva traición al partido que lo formó políticamente y cuyos gobiernos lo pusieron en su momento en importantes y muy lucrativas posiciones en el servicio público.
Ni hablar, origen es destino.