22-11-2024 08:23:13 PM

El riesgo de la polarización en Brasil

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Por desgracia, la polarización no permite desarrollar campañas electorales inteligentes ni propicia las condiciones para que los electores puedan emitir su voto sin el apasionamiento que ciega. Ante la contienda política en Brasil,  sería oportuno que sus ciudadanos tengan presentes las imágenes que recorrieron el mundo con las violentas protestas callejeras previas y durante la Copa Mundial de Futbol.

opinion07En Brasil el pasado 5 de octubre se efectuaron elecciones presidenciales, cuyos resultados sorprendieron a todos, ya que de acuerdo con los sondeos de opinión la presidencia se disputaría entre Dilma Rousseff y Marina Silva, candidatas del Partido de los Trabajadores y del Partido Socialista Brasileño, respectivamente.

Los resultados ubicaron a Dilma en primer lugar con el 41,6 por ciento, pese a los escándalos de corrupción, la catástrofe anímica del equipo representativo de los cariocas y la inclinación que suelen manifestar las sociedades hacia el cambio.

Por sí solo el resultado de Rousseff no fue la sorpresa, sino la combinación que desplazó a la activista ecológica, Marina Silva, con el 21,3 por ciento, al tercer lugar y abrió la oportunidad de luchar por la presidencia a AécioNeves, candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).

El vuelco inesperado que ubicó a Marina Silva en la tercera posición, acabó con la idea de que en este proceso electoral, fuera cual fuera el resultado, el gran ganador de cualquier forma sería Lula Da Silva, y que sólo sería cuestión de observar si los electores optarían por Lula el funcionario y expresidente –en caso de que ganara Rousseff- o por Lula el activista – si la triunfadora hubiera sido Marina Silva.

Mientras Rousseff y Silva disputaban la presidencia estaba garantizada la permanencia de un partido de izquierda y de una mujer en la presidencia e inclusive de un consenso social; pero luego de la votación esto quedó en el aire.

Después de la primera vuelta la polarización en el electorado brasileño es manifiesta. Con el resurgimiento de Neves quedó demostrado que gran parte de los electores brasileños pretenden un cambio de administración totalmente distinto al actual.

Las diferencias políticas que han caracterizado a los brasileños desde 1995 podrían dar cabida a una confrontación de descalificaciones que desemboque en una batalla entre “buenos” contra “malos” hacia la segunda vuelta electoral del próximo 26 de octubre,  tal como ocurrió en México en el proceso electoral del 2006.

Curiosamente, lejos de ahondar las diferencias, en los procesos electorales polarizados se observa con frecuencia el estrechamiento en los resultados recabados en las encuestas, como en este caso que dan un empate técnico entre Rousseff y Neves.

De acuerdo con los estudios demoscópicos del Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadística (Ibope) y Datafolha, publicados en diversos medios, Rousseff encabeza la preferencia electoral con un escaso margen de 2% (46 a 44). Como se puede ver, al contar con mínimos márgenes entre uno y otro candidato, es de esperarse que ambos bandos arreciarán en las descalificaciones y acusaciones para resaltar las cualidades propias, al menos así ha sido la experiencia en otros procesos electorales en Latinoamérica.

Si los brasileños no logran sortear pacíficamente la culminación de su proceso electoral presidencial se estarían sentando las bases para que la próxima administración no cuente con el margen suficiente que le permita a Brasil seguir soñando con un escaño entre las potencias mundiales. Al tiempo.

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