– No puedo padre, ¿quién me cuidará el caballo?
– Dios te lo cuidará, hijo.
– Bueno -dijo el campesino-, y entró a la iglesia.
Cuando el padre se disponía a comenzar la misa dice:
– ¡Dios está con nosotros!
Entonces el campesino se levanta enojado de su asiento y dice:
– Entonces, ¡quién diantre me está cuidando el caballo!