Por lo menos.
Y de ahí para arriba.
Eso dicen ellos.
Es el objetivo planteado y en base a eso su trabajo será evaluado.
Por eso, el equipo de Madero no escatima esfuerzos para publicitar encuestas y sondeos de opinión cuyos resultados se acercan a los tan anhelados 12 puntos.
La maquinaria de operación se afina ya para el día de la elección.
Las promesas de apoyo y movilización, los acuerdos y cheques al porvenir, tendrán que convertirse en una concreta realidad.
El margen de victoria, dicen los maderistas, permitirá no dejar dudas a los militantes del blanquiazul de que la voluntad de la mayoría se cumplió a cabalidad.
De concretarse “el piso” planteado, se anularía la posibilidad de que los perdedores acudan a tribunales a pedir justicia electoral.
Así, se eliminan las posibilidades de sorpresa.
En este contexto, en el equipo cercano a Gustavo crece el optimismo a medida que se acerca “su día D”.
Sienten que la chamba está hecha y que han llegado un punto en donde ya están blindados ante los efectos de la guerra sucia, las descalificaciones mediáticas y demás linduras que han salpicado durante esta elección.
Si bien han sido reactivos cuando se trata de cuestiones de tipo legal, como la denuncia presentada en contra del gobernador Moreno Valle ante la FEPADE por presunto desvío de recursos, consideran que esto no tendrá una incidencia directa en el número de votos que obtendrá su candidato, ni mucho menos afectará el resultado final de la elección.
El voto duro maderista está amarrado ya y el potencial número de militantes indecisos que podría cambiar el sentido de su voto influido por los ataques no pone en riesgo su triunfo.
Le repito, esa es su visión.
En contraparte, en el equipo de Ernesto Cordero el optimismo se ha reducido de manera radical.
Al parecer los números de plano no les cuadran.
Para ellos, conscientes como están de que una victoria es prácticamente imposible, manejan mediáticamente el escenario de un virtual empate técnico, conveniente desde varios ámbitos.
Primero, sería el pretexto perfecto para “judicializar” el proceso y manchar el virtual triunfo de Madero.
Acudir al tribunal electoral y esperar una resolución a favor, aportando como pruebas los datos y denuncias que han alimentado la guerra sucia panista.
Sin embargo, lo más importante para ellos es que, de cerrarse la elección, podrían obtener posiciones y privilegios negociadas a cambio de legitimar la reelección de Gustavo.
Entre más competitivo sea Cordero, más cara será la negociación con los ganadores.
“Ganar perdiendo”, le llaman.
Una fórmula que, históricamente, aplicó a rajatabla el panismo tradicional en su lógica de hacer política.