El despliegue del ejército ruso en la República Autónoma de Crimea, ha detonado una crisis internacional que en caso extremo podría ser sólo el inicio de una conflagración como la que dio pie a la Primera y Segunda Guerras Mundiales.
En un escenario prebélico tan complejo, como el que implica a las potencias mundiales, todo cuenta, inclusive lo que ha pasado desapercibido para las miradas no avezadas en asuntos de política internacional, por ejemplo, al que llamaré factor Putin.
Putin y su equipo son hijos de un imperio que por supuesto no van a admitir ser ninguneados por otro imperio, léase Estados Unidos, menos cuando hay otros polos de desarrollo como China, Alemania o la India que evidencian por dónde marcará el futuro.
Putin conoce occidente y los conoce bien; conoce sus miedos, sus limitantes, sus prejuicios, su avaricia, sus ambiciones. Sabe que la burbuja económica positiva en Estados Unidos es temporal y que Inglaterra y Francia no tienen los recursos suficientes para hacerles frente.
Putin es más que un personaje… es el factor Putin.
Vladímir Vladímirovich Putin (1952), el actual presidente de la Federación Rusa, nació en una familia humilde forjada por las carencias y los horrores de la guerra. Sus dos hermanos fallecieron, el primero a los pocos meses de nacido y el segundo de una enfermedad infecciosa mientras Leningrado era asediada por las tropas nazis.
En 1975, encontramos en la vida de Putin un elemento que hoy día es relevante para lo que poco a poco daría pauta al factor Putin. La tesis de Putin en la facultad de Derecho de la Universidad Estatal de Leningrado versó sobre la política de Estados Unidos en África. Por cierto, se graduó con honores y esto coronó además su disciplina informal marcada por el judo y el sambo.
Como recién egresado, Putin fue reclutado por el servicio de espionaje ruso y destinado como agente en Dresde (Alemania Oriental). Como espía Putin conoció en primera fila el pensamiento nazi y sus intenciones de conquistar el mundo, las acciones norteamericanas para penetrar la cortina de hierro y someter a los países del bloque socialista, al Vaticano y su proclividad al bando donde más convenga, los resquemores entre los aliados americanos y europeos, en fin, abrevó del momento histórico marcado por la Guerra Fría.
La carrera pública de Putin fue meteórica de 1996 a 1998 cuando fue nombrado director del Servicio Federal de Seguridad (FSB, sucesor del KGB).
Por si fuera poco, de agosto de 1999 a la fecha, Putin es el personaje que ha ocupado los más altos puestos de Rusia, en consecuencia, conoce las entrañas del poder mundial más que ningún otro de sus pares en occidente.
¿Cree usted que le provocará pánico a Putin las situaciones de extremo conflicto cuando se fraguó en la crisis por la ocupación de Chechenia?
Putin es un personaje que conoce perfectamente la forma de pensar y actuar de occidente; conoce a detalle sus debilidades y fortalezas, por algo Rusia dio asilo y protección a Edward Snowden, el antiguo empleado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), quien a través de su información privilegiada desnudó el sistema de espionaje norteamericano que no respeta a nadie, inclusive a sus propios ciudadanos y aliados.
Como podrá ver, caro lector, el factor Putin hace referencia no a una persona que ha sido encumbrada como líder de Rusia, sino a un ente – ¿acaso incubado?- que trae en el ADN la aspiración de convertir a Rusia en la máxima potencia mundial.