Cree que no requiere nada ni a nadie.
Estima que ganó y los demás hicieron lo que les ordenó.
Así, todo lo que no se puede controlar, debe de ser eliminado, porque es un riesgo, lo que explica la guerra total contra el ex alcalde Eduardo Rivera, medios incómodos vía Tripack, desgaste permanente en el PRI y control total del PAN, PRD y Panal, así como los dos poderes restantes.
Y La Estrella lo es todo. Lo único que requiere es gente a su alrededor que haga lo que le ordena.
El fenómeno psicológico es el de “grandiosity”.
Sin duda si tuviera problemas, buscaría un acercamiento y otras alianzas.
No obstante, el arquetipo tiende a la tiranía.
Hoy La Estrella se ve desde cualquier horizonte.
Cuenta la leyenda que se observa desde Los Pinos.
Estuvo bajo el fuego electoral, se vapuleó a su maestra y se mantuvo a salvo.
Después de la putiza al PRI, candidatos y aliados federales, el morenovallismo iluminó todo.
Empresarios, políticos, periodistas y hasta críticos se forman hoy para ponerle las pantuflas al gobernador.
En los medios poblanos no se deja de elogiar.
La Estrella seguirá ahí más allá del sexenio.
Las bases del Maximato están puestas.
Por eso, le valió madre romper con el calderonismo que tanto lo impulsó para ganar Casa Puebla.
Los Pinos tienen sus propios problemas.
Y nadie lo puede, ni quiere remediar.