Y todo apunta a que ese personaje no es otro más que Blanca Alcalá Ruiz, la ex alcaldesa y senadora de Puebla, como carta para la minigubernatura.
La priista se encontraba prácticamente atrapada entre el fuego cruzado que lanzaban diversos grupos que la observan como la figura más peligrosa para sus intereses en el 2018.
Esas alianzas sospechosas de priistas, a raíz de los vínculos de Alcalá con Jorge Estefan Chidiac, Emilio Gamboa Patrón y la propia Ivonne Ortega, metían ruido, pues siempre quedó claro que la mano del gobernador Rafael Moreno Valle estaba detrás.
Al morenovallismo no le conviene un perfil como Alcalá para la minigubernatura, ahora empeñado en placear y promover a Cabalán Macari para el 2016, pues le ofrece dos cosas: dinero y seguir mandando en Puebla.
Alcalá obtuvo en la elección del 2012 más votos que el propio Peña Nieto, quien perdió el estado en los comicios presidenciales.
El CEN del PRI con su política de “borrón y cuenta nueva” desactiva el Todos Unidos Contra Alcalá, pues coloca a personajes que sólo rendirán cuentas a Ivonne Ortega, quien trae como encomienda impulsar el género.
Eso abre las puertas para que otras mujeres que han sido marginadas y mantienen una postura digna y de respeto ante el encanto del morenovallismo puedan aspirar a ser propietarias y nunca más suplentes de candidaturas.
Algunos nombres: Cecilia Monzón, Arely Ávila, Christian Sainos López y Sandra Montalvo, entre otras.
El 2015 no es más que la vacuna de la felicidad que requieren los priistas para apostarse rumbo al 2016; es el “sí se puede recuperar la plaza”.
Falta observar esas dos caras de muchos priistas que sirven de correo del zar al gobernador y su operador político Eukid Castañón, pero amarrar a grupos y perfilar a Alcalá parece ser la apuesta.
Máxime ante el compromiso de Peña Nieto de abrir más espacios de decisión y candidaturas a las mujeres.
Imposible ganar el 2018 sin pasar 2016 y, claro, 2015.