Cada vez se propaga con mayor intensidad la preocupación global sobre el incontrolable uso de vehículos aéreos no tripulados (VANT) o drones -del inglés: abejorro-, porque no solo son excelentes aliados en diversos campos del esparcimiento, la producción e investigación; sino además su empleo corre a la par de implicaciones negativas como la violación de la privacidad, la transgresión de las fronteras políticas, la transportación de drogas, la provocación de accidentes aéreos y, en el caso de los más graves, el hecho progresivo de depositar en sistemas informáticos, la provisión de datos para elegir la privación de la vida.
No obstante lo anterior, internacionalmente no hay un marco legal regulatorio que dé certeza y seguridad a las personas, ni mucho menos estrategias prospectivas que atiendan el posible uso cotidiano de drones en la comisión de delitos.
¿Es oportuno asumir el Día Internacional por el Control Efectivo del uso de Drones?
Los drones ya tienen varias décadas entre nosotros, fueron desarrollados después de la primera guerra mundial y se emplearon en la segunda, en la fase de entrenamiento de personal antiaéreo.
Es tal la magnitud del crecimiento de la industria fabricante de drones que se estima dicho mercado –según la Asociación Internacional de Sistemas y Vehículos no Tripulados, citado por El País Semanal– en alrededor de 82 mil millones de dólares y cerca de 100 mil empleos tan sólo en la próxima década.
Por otra parte, son tan versátiles los drones que el modelo más pequeño puede medir apenas unos cuantos centímetros y los más grandes pueden alcanzar las dimensiones de un avión comercial.
En diversas ocasiones, organizaciones civiles de varias partes del mundo, como la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), han alertado sobre lo que implicará en el futuro inmediato que miles de drones surquen los cielos, equipados con cámaras de última generación grabando cuanto sucede, ¿qué seguridad hay de que las personas no sean espiadas aún en sus propios domicilios?
Si el uso de drones en el contexto civil es preocupante, lo es aún más en el ámbito militar en relación con la población civil.
Por ejemplo, en enero una fotografía encabezó un artículo de Baraa Shiban, en CNN en Español, titulado: “¿Cuándo dejarán los aviones no tripulados de matar personas inocentes en Yemen?”. La imagen trata de un niño yemení cruzando un mural cuyo tema central es la figura de un aeroplano negro rotulado con la leyenda “US Drones” y en la parte inferior agrega en inglés “¿Por qué asesinaste a mi familia?”.
Baraa Shiban denuncia las incontables muertes, algunas en eventos masivos, en los “errores” de las operaciones militares que emplean drones norteamericanos con la complacencia del gobierno yemení, en la ofensiva contra Al Qaeda.
En octubre del año, Ben Emmerson y Christof Heyns, expertos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), alertaron sobre la necesidad de que los Estados transparenten sus arsenales de drones armados y acaten los lineamientos de la ley para el uso de fuerza letal.
El uso de VANT lleva implícito situaciones complejas como: ¿Cuáles son los límites de su autonomía? ¿Cuáles son los puntos comunes que agrupen a las diversas naciones para el establecimiento de una legislación internacional sobre ese asunto? ¿Cómo serán las próximas guerras con el empleo de estas aeronaves? ¿Cómo contribuirá el uso de drones en la ampliación de las brechas entre países desarrollados y pobres? si no hacemos algo ahora por las vidas de los demás, ¿acaso no podríamos ser nosotros mismos el blanco en un futuro?
Con el panorama que tenemos enfrente, y en vista de la relevancia de los jornadas internacionales para tratar situaciones que nos aquejan a todos, propongo que todos los días 12 de diciembre –día en el que fallecieron, por “error”, 12 yemeníes y resultaron heridos más de 20 por un dron, el año pasado- se conmemore el Día Internacional por el Control Efectivo del uso de Drones.
¿Qué le parece?