Los criterios para la selección de los invitados fueron muy claros: municipios con presupuesto y con problemas serios en sus niveles de incidencia delictiva.
Desde el inicio del encuentro se hizo evidente que los fines eran otros.
Y es que, sin el menor cuidado de las formas, el flamante funcionario les dijo a los alcaldes que ya no se molestaran en buscar a sus próximos titulares de seguridad pública, que él ya había hecho el trabajo por ellos y que los tenía ya seleccionados.
Increíble.
Los asistentes no daban crédito a lo que estaban escuchando.
Al principio, Don Facundo argumentó que la decisión era producto de un sesudo análisis de la situación de cada uno de los municipios convocados y del tipo de delitos que azotaban a estas comunidades y que en base a lo anterior se habían detectado los perfiles idóneos para ocupar los cargos.
Sus argumentos, sobra decirlo, no solo no convencían, sino que enojaban a quienes se sentían violentados en la autonomía de la investidura que tendrán a partir del 15 de este mes.
Así que vinieron los cuestionamientos.
Algunos de ellos, muy duros, francamente demoledores.
Y entonces, las formas se perdieron.
Al más puro estilo del régimen, se hicieron presentes el enojo, el berrinche y las amenazas:
“No se metan en problemas”.
“Déjenme a mí operar”.
“Si no me hacen caso, no vengan después a quejarse, que yo no los voy a ayudar”.
Leer para creer.
Violando la institucionalidad de su investidura, el funcionario condiciona el apoyo a los municipios a que se cumplan sus caprichos.
Lo que no les dijo el secretario a los presidentes electos es que hay mucho fondo detrás de esto.
Y es que Facundo Rosas ya trajo a Puebla a cerca de 100 agentes federales que trabajaron con él en el gobierno de la República, para insertarlos en los cargos estratégicos de seguridad en estos municipios.
Les prometió el cielo, el mar y las estrellas.
Una chamba más leve y mucho mejor pagada, además del control absoluto de la estrategia de seguridad en las entidades a las que fueran designados y sobre todo, apoyo incondicional del gobierno del estado para que las cosas no se salgan de las manos.
¿Se imagina lo que hay detrás de esto?
¿Los intereses que hay involucrados y el lucro potencial de manejar la seguridad en estos municipios estratégicos?
De verdad que el descaro se cotiza barato en el servicio público poblano.
No tienen llenadera.
Y lo que falta.