03-05-2024 02:12:38 PM

La política social poblana en tres momentos fallidos

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Sí, de haber aprovechado alguna de ellas, los números del CONEVAL en la materia, esos que fueron minimizados y que hoy son causa de desvelos, reflejarían otra realidad.

Tres fueron las más valiosas.

La primera se dio en el 2011, al arranque del gobierno, con la conformación del Fondo Metropolitano Puebla-Tlaxcala.

Ambos estados firmaron los acuerdos para la creación de una Fideicomiso con el que se destinarían 320 millones de pesos para obras y proyectos de amplio impacto social.

Además de atacar directamente a la pobreza, se plantearon alternativas de solución para problemas comunes como la tala clandestina y la infiltración del crimen organizado en esta actividad, la reforestación del Parque Nacional “La Malinche”, el combate a la trata de personas, el robo de vehículos y al transporte de carga, además del saneamiento de las cuencas de los ríos Zahuapan, Alseseca y Atoyac.

Pese a que se siguieron al pie de la letra los protocolos y en teoría se gestionó ante la Federación el apoyo a proyectos comunes de generación de infraestructura, nada o casi nada se hizo.

Al final, se repartieron los recursos entre estados y cada entidad federativa los utilizó como en teoría mejor le convino.

La segunda oportunidad vino con la designación de Salvador Escobedo Soletto al frente de la Secretaría de Desarrollo Social estatal.

El atlixquense, especialista en temas de política social, tenía en sus manos el diagnóstico más preciso que pudiera tenerse en materia de pobreza y  marginación.

Después de su paso por la coordinación del Programa Oportunidades, Escobedo contaba con un padrón, casa por casa, del nivel de pobreza en la que vivía una familia y las necesidades específicas que tenía en ese momento.

Como era de esperarse, puso toda esa valiosa información a disposición del gobernador y propuso orientar las nuevas directrices de la política social estatal hacia estas necesidades.

“Tiros de precisión” —propuso el secretario, lo que generaría de inmediato un mejor desempeñoen los indicadores.

No lo pelaron.

En lugar de destinar los recursos necesarios para que esta estrategia funcionara, se privilegiaron los criterios electorales con los resultados de sobra conocidos.

El tercer momento fallido se dio con el regreso al servicio público poblano de Luis Banck Serrato.

Llegó con toda la ilusión y el compromiso de darle un giro radical a la política social gubernamental y con la encomienda específica de mejorar de inmediato los vergonzosos números que presenta el estado en la radiografía del CONEVAL.

La renuncia de su principal operador y hombre de confianza, Armando Navarrete, no solo desarticula el equipo de Banck, sino que manda el mensaje de que, más allá de los compromisos, pueden más las filias y las fobias personales que la lucha contra la pobreza y la marginación.

En agosto será la siguiente evaluación de CONEVAL y se ven ya oscuros nubarrones en el horizonte.

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