16-05-2024 12:17:32 AM

Dos decepciones; dos (I)

Por Valentín Varillas

Como auténtico balde de agua fría, cayó en el búnker de los candidatos del PAN la foto del encuentro entre Alejandro Armenta y el arzobispo Sánchez Espinosa.

El que se hiciera pública y se viralizara en redes, no gustó para nada.

Y es que, por décadas, la derecha poblana ha asumido que tiene el apoyo condicional del clero.

Que existe entre ellos una afinidad ideológica y moral inquebrantable.

En su presupuesto electoral los dan por hecho y esperan que ese espaldarazo sea eterno.

Como la salvación de las almas que tanto prometen.

Por eso, aplauden cuando en alguno de sus templos de hace descarado proselitismo en contra de los abanderados de la 4T.

Cuando las homilías se aderezan con una retórica fatalista que, otra vez, como hace seis años, nos adelantan un futuro dantesco en donde el irremediable destino será convertirnos, ahora sí, en una sucursal de Caracas o La Habana.

La coyuntura del encuentro Armenta-Sánchez Espinosa no pudo haber sido peor para ellos.

Justo en el momento en donde se masificó una desafortunada imagen que representaba a la muerte, con mensajes de apoyo al presidente López Obrador.

La potencial rentabilidad de semejante asociación, parecía enorme en el papel.

El desgarre de vestiduras no se hizo esperar.

Los rosarios, cirios y todo tipo de parafernalia, llegaron hasta la tribuna del legislativo federal.

El arzobispo de Puebla les echó todo a perder.

Con todo y la condena pública de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

Aquí, se la pasaron por el arco del triunfo.

Pierden de vista que la izquierda poblana ha estado muy cerca de la católica desde que llegó al poder.

Barbosa los tuvo en un lugar de privilegio.

Siempre cerca, muy cerca; tanto en eventos públicos como privados.

La misma tónica, idéntica, ha ensayado el gobernador Céspedes Peregrina.

En el estado, nos guste o no, lo del César y lo de Dios viven muy cerquita y muchas veces llegan a mezclarse.

Una simbiosis extraña, pero que le ha resultado muy rentable para ambas partes.

Porque en este plano terrenal, más allá de lo místico y espiritual, ellos se necesitan mutuamente.

Y mucho.

Cada vez más.

Esta condición no sólo es inevitable, sino que parece irreversible.

Por lo menos en el mediano plazo, ante la inminente continuidad del partido en el poder.

Por eso, en el bloque opositor están decepcionados.

Les han arrebatado el monopolio de la manipulación de la fe.

Esa que profesan millones de mexicanos al margen de sus preferencias electorales e ideología.

El simbolismo resulta demoledor.   

La ventaja competitiva se hizo añicos y les duele.

Mucho más de lo que se atreverán a reconocer.

Mañana, en este espacio, la segunda decepción.

Es enorme también; ya lo verá.

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