18-05-2024 07:23:28 PM

Francisco, de la vergüenza a la justicia

opinion07

Previo a la comparecencia del Vaticano ante el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, para sostener su informe en relación a los abusos sexuales a infantes, de parte de sus ministros, el papa Francisco externó la condena más dura frente a esa pandemia.

Francisco catalogó de vergüenza para el catolicismo los innumerables casos de pedofilia al seno de sus filas.

opinion07Ante la postura –calificada por las víctimas de complaciente y encubridora-  de los dos anteriores papados frente a la pedofilia de algunos de sus ministros, las declaraciones de Francisco son históricas, pero notoriamente insuficientes y vagas.

De acuerdo con el Diccionario de la lengua española, la vergüenza es la “turbación del ánimo, que suele encender el color del rostro, ocasionada por alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante, propia o ajena”.

Si atendemos a dicha definición, lo mínimo que puede ocasionar el fenómeno de la pedofilia en una persona u organización que no es víctima, es la confusión o desconcierto a lo cual haría alusión la frase “turbación del ánimo”.

El Diccionario de la lengua española también incluye otra definición relacionada a la vergüenza: “Pena o castigo que consistía en exponer al reo a la afrenta y confusión públicas con alguna señal que denotaba su delito”.

Tal vez a esta segunda definición se refiera el calificativo que Francisco hace de la pederastia en sus filas.

Si es a este segundo sentido al que se refieren las palabras de  Francisco, es oportuno recordar que, si bien en el presente los casos de pederastia de los ministros católicos son internacionalmente conocidos y profusamente documentados, no es gracias a una purga interna como salieron a la luz pública, sino a las voces de las víctimas que individual y colectivamente vencieron miles de trabas para que se conocieran las vejaciones sufridas.

¿Qué hacer ante el problema, cuando sale a relucir que no basta con sentirse avergonzado ante la pedofilia de los ministros católicos?

¿De qué magnitud deberán ser las acciones que emprendan el papa y los católicos sinceros y honestos, cuando en palabras del propio Francisco su Iglesia se ha convertido en emblema de corrupción y motivo de burla?

Indudablemente que las medidas que se adopten deben ser transparentes, apegadas a la legislación vigente civil de cada país y los procesos de investigación deben efectuarse atendiendo a criterios científicos independientemente de los juramentos de lealtad que se fincan en la vida religiosa.

Adoptar estas directrices representaría aparentemente la pérdida de poder de la jerarquía católica, pero podría significar la recuperación de la credibilidad pública y la mitigación al éxodo de personas de buena fe que se sienten lastimadas y decepcionadas de las fechorías cometidas por quienes se asumen como representantes de Dios en la tierra.

El mes pasado Francisco estableció –lo que representa el primer paso importante en el tema- una comisión de expertos para abordar la pedofilia en la Iglesia católica.

La viabilidad y pertinencia de la comisión seguramente la sabremos en el resolutivo que emita en breve el Comité de los Derechos del Niño, porque dicha comisión aún está en formación.

No va a ser fácil que la jerarquía católica –encabezada por Francisco- verdaderamente erradique la pedofilia de algunos de sus ministros, porque tiene enfrente una red con infinidad de ramificaciones que se sostiene en el contubernio de ministros y funcionarios católicos de los más altos niveles.

Por si fuera poco Francisco tiene ante sí problemas mayúsculos: el “lobby gay” en el Vaticano que no le es leal, el caso de lavado de dinero que podría vincularlos con la mafia internacional y la posibilidad de que se estén sentando las bases para el enjuiciamiento del Vaticano ante la Corte Internacional de Justicia con sede en la Haya.

Por todo lo anterior cabe preguntar: ¿Elegirá Francisco la justicia o sólo quedarse en la vergüenza?

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