Y es que, no son los mejores tiempos para los dogmáticos representantes de la derecha nacional.
La pérdida de la presidencia de la República en el 2012 alimentó a los reformistas que claman por un cambio radical en la forma de hacer política en el PAN.
Nuevas estrategias, mejores liderazgos y sobre todo buscar una apertura que permita un mayor pragmatismo a la hora de concretar alianzas con otras fuerzas, aunque ideológicamente parezcan mutuamente excluyentes.
Puebla fue un muy interesante laboratorio de lo que los “neopanistas” intentarán concretar como estrategia electoral en el corto plazo y es evidente que tienen ya al gobernador Moreno Valle como principal apoyo.
El mandatario poblano ha tejido una muy efectiva red de alianzas con personajes de lo más diverso al interior del partido para “llevar mano” con quien resulte el próximo presidente del CEN.
Sea Oliva, Cordero o la muy improbable reelección de Madero, cualquiera estaría más que dispuesto a apoyar el proyecto presidencial del gobernador.
Todos, menos Josefina.
Los desencuentros entre Vázquez Mota y Rafael han pasado de lo anecdótico a lo sintomático.
En pleno proceso interno para elegir al candidato a la presidencia de la República, el gobierno poblano no escatimó recursos materiales y humanos para apoyar descaradamente las aspiraciones de Ernesto Cordero, que si bien al final perdió, en el estado de Puebla resultó ser quien más votos obtuvo.
Ya en plena campaña, mientras algunos liderazgos panistas se sumaron con todo a apoyar un barco que antes de zarpar parecía ya hundido, Moreno Valle y sus operadores negociaban apoyos por debajo del agua para la candidatura de Enrique Peña Nieto.
La animadversión llegó a tales niveles que el gobernador impidió que Josefina realizara un importante acto de campaña en la capital, mandándola a Tehuacán.
Después de este desplante tuvo que intervenir Margarita Zavala para que el posterior acto de cierre de campaña local no tuviera trabas y pudiera llevarse a cabo en la ciudad de Puebla.
Más allá de los datos históricos, el lanzamiento de Vázquez Mota como candidata a la presidencia del CEN panista es una muestra más del inminente enfrentamiento de grupos en el blanquiazul.
Los tambores de guerra sonaron con aquel discurso de Jorge Ocejo en el festejo por el aniversario del partido y su retumbe adquiere cada vez más fuerza conforme se acerca la resolución de importantes coyunturas en la vida política del PAN.
Si bien para algunos la reaparición de Vázquez Mota en el escenario político pareciera una sorpresa, me parece que estaba ya de antemano presupuestada en la estrategia del gobernador Moreno Valle.
La inminente imposición de Pablo Rodríguez Regordosa como líder del partido en el municipio de Puebla tiene el objetivo de controlar la estructura para evitar que desde ahí pudiera operarse a favor del proyecto de Josefina.
Tampoco es casual la amenaza que desde el discurso envió el gobernador a sus enemigos al interior del PAN en el sentido de que jamás olvida a los “traidores” que intentaron a toda costa evitar su candidatura al gobierno del estado, lista en la que se encuentra, en primerísimo lugar, el alcalde de Puebla Eduardo Rivera Pérez, uno de los principales apoyos de la candidatura de Vázquez Mota.
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