Si bien desde el inicio de la actual administración eran evidentes algunas diferencias entre los miembros más destacados de la “burbuja”, fue en la coyuntura previa al proceso electoral de julio cuando los incondicionales presagiaban ya un irremediable rompimiento entre el grupo más compacto que ha acompañado por años a Rafael Moreno Valle, núcleo de operación y trabajo político sin el que no puede explicarse su llegada al poder.
Y es que, no solo las ambiciones y los apetitos personales facilitaron la fractura, sino la forma particular con la que el mandatario ha puesto a competir a sus incondicionales con aspiraciones.
No hay reglas claras al interior del equipo y todos se mueven dando palos de ciego, esperando el premio o la reprimenda de su jefe político.
Es un “todos contra todos” que se ha desatado sin medir las potenciales consecuencias.
Las grillas y las luchas de poder han sido de tales alcances, que asuntos y temas de índole estrictamente personal ya son utilizados como materia prima para la batalla, lo que ha tenido como obvia consecuencia diferencias irreconciliables entre los protagonistas.
Se generaron facturas que tarde o temprano se tendrán que cobrar.
Sea como sea y a como dé lugar.
La de Fernando es apenas la primera.
Se trata de una situación de “perder-perder” para el grupo de supuestos “cercanos” al gobernador y para él mismo.
Un grupo que se mantuvo unido en coyunturas complicadas como su salida oficial del PRI y el consecuente embate que sufrió por parte del marinismo, hoy, alcanzada la meta de llegar a lo más alto del poder, cuando la unidad tendría que ser la constante, el rompimiento no sólo es inminente, sino que se espera sea de pronóstico reservado.
La burbuja compacta, la que resistió contra viento y marea aún en los momentos más difíciles se fracturó irremediablemente cuando se alcanzó el tan anhelado objetivo de convertirse en el grupo político dominante en el estado.
Vaya paradoja.
Esta división, tolerada y fomentada por el propio mandatario se ha convertido también en un método para medir quiénes tienen madera para ser considerados en la estrategia de sobrevivencia política transexenal.
Es decir, la continuidad del régimen.
Ahí, la mayoría no sale bien evaluada.
Víctimas de sus propios apetitos, de la inevitable autocomplacencia y de las pueriles y estériles luchas por ver quién se coloca mejor en el afecto del tlatoani, buena parte de la tropa morenovallista mostró su verdadero tamaño y entonces se volvió evidente que no daban para generales.
Como le comentaba en una entrega anterior, son 4 los personajes que de verdad tienen hoy influencia y peso específico real en la confianza de Rafael Moreno Valle.
De ellos, sólo Cabalán Macari y Eukid Castañón pertenecen a la burbuja original.
El ejercicio de gobierno le ha servido en los hechos al mandatario poblano como un filtro que ha limpiado su grupo compacto.
Con las consecuencias que una depuración de esta magnitud tiene al interior de cualquier grupo político.
Mientras vemos sus alcances reales, es claro que el canibalismo es hoy la práctica política más utilizada por los morenovallistas.
El futuro será para quienes al final queden de pie.
Serán pocos, muy pocos.
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