Hoy, que con el paso de “Ingrid” y “Manuel” ese gran temor estuvo muy cerca de convertirse en una trágica realidad, la respuesta cobra una vigencia inusitada.
Claro que la historia nos ha enseñado que en México y el mundo, las consecuencias fatales de desastres naturales han erosionado irremediablemente los regímenes políticos más solidos y de mayoritario respaldo ciudadano.
Imposible que cualquier gobierno, por más eficiente y profesional que sea, pueda reaccionar con la velocidad y certeza que las tragedias de este tipo requieren.
Superar la emergencia y estar a la altura de las necesidades de los afectados son frases que sazonan el discurso oficial, pero que en los hechos no resisten en el menor análisis.
El ejemplo usado hasta la saciedad para ilustrar lo anterior es el de Miguel de la Madrid y el sismo del 85.
La incapacidad de reacción ante la hecatombe, el mentiroso manejo mediático de las cifras oficiales y las dudas sobre el manejo y destino de la ayuda internacional fueron el factor clave que inició la caída del nefasto sistema de partido único que hasta ese entonces parecía gozar de cabal salud.
El sismo en Japón, Katrina en los Estados Unidos y cientos de casos más han incidido directamente en la caída de popularidad de presidentes, gobernadores, alcaldes y demás figuras del ámbito político.
Sin embargo, además de lo anterior, el hecho de que el gobernador de Puebla le tema sólo a los desastres naturales es un síntoma muy evidente de un estilo particular de gobernar.
Y es que, en la Puebla de hoy, en donde la absoluta ausencia de contrapesos es la constante, ¿a qué más le podría tener miedo el mandatario?
Moreno Valle controla al Congreso, al Tribunal Superior de Justicia, al Instituto y al Tribunal Electoral del estado, a los partidos políticos, a los organismos empresariales, a la gran mayoría de los medios de comunicación, a los sindicatos y con la forma en la que llegó Alfonso Esparza a la rectoría de la BUAP, también se ha hecho ya de la máxima casa de estudios del estado.
Sólo queda la siempre impredecible naturaleza.
Con ella no se pacta, no se puede acordar o negociar en lo oscurito, mucho menos amenazarla o someterla y es imposible comprarla.
Es lógico que se trata de lo único que no ha podido, ni podrá controlar jamás el gobernador de Puebla.
Así pues, se trata del auténtico enemigo del régimen, un enemigo poderoso, caprichoso al que por más que se intente, no se podrá jamás aniquilar.
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