La invasión alemana a Polonia, el 1 de septiembre de 1939, marcó el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
Las pretensiones alemanas de fundar un gran imperio en Europa bajo su control, detonó la peor catástrofe armada de 1939 a 1945.
Como funesto resultado de la Segunda Guerra Mundial se calcula murieron alrededor de 55 millones de personas, miles de millones de dólares se evaporaron, porque se transformaron en infinitas toneladas de chatarra; incontables hectáreas se volvieron inútiles para la agricultura, la ciencia y la tecnología se concentraron en la industria militar y con ello abandonaron otras áreas del desarrollo que repercutirían, alcanzada la paz, en retroceso, hambre y más muertes.
La nación bávara quedó dividida, destruida y sometida absolutamente al concluir la guerra.
De vuelta al pasado reciente, en los primeros días de diciembre de 2011, el canciller polaco Radek Sikorski emitió una declaración que sorprendió a muchos:
“Ustedes saben muy bien que nadie más puede hacerlo. Probablemente soy el primer canciller polaco que lo dice, pero aquí va: ‘Yo temo menos el poder alemán que lo que estoy comenzando a temer la inacción alemana” (CNNExpansión.com)
La declaración del canciller polaco reflejó hace casi dos años lo que en el presente podemos ver con claridad: la economía de la Unión Europea y de gran parte del mundo, depende de las decisiones alemanas.
La canciller alemana Angela Merkel, quien por tercer año consecutivo ha sido nombrada la mujer más poderosa del mundo, personifica a la “hermana mayor” en Europa. Cada comentario de Merkel pone a temblar o inyecta aliento a millones de europeos.
Angela Merkel opina lo mismo sobre las medidas que debe seguir Grecia para enderezar su economía, como también lo hace de las bondades de los recortes presupuestales seguidos por los gobiernos de Chipre y España o del desarrollo del conflicto social en Egipto.
El liderazgo alemán en Europa se afianzará con los casi cien mil millones de euros que Alemania, según lo dio a conocer la semana pasada el ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble, destinará para los dos fondos de rescate de la zona euro para hacer frente a nuevas crisis: el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSF) y el Mecanismo de Estabilidad Financiera (EMS).
Aunado a lo anterior, Alemania podría otorgar préstamos directos a empresas españolas y portuguesas a través del banco público de fomento KfW.
En otras palabras, el espíritu de fraternidad que animó la conformación de la Unión Europea podría estar en peligro al depender tanto de la buena fe alemana.
¿Acaso Inglaterra y Francia están tan ocupados en sus propios problemas financieros que no se percatan del apabullante liderazgo alemán?
Es tal la riqueza de Alemania que ésta podría estar haciendo dependiente al resto de Europa como una forma de amurallarse ante el crecimiento comercial de China, ante la posible bancarrota insalvable norteamericana, así como una forma de mantener a raya a Rusia.
A casi 70 años de la conclusión de la Segunda Guerra Mundial ¿habrán quedado sepultados todos los rencores y cuentas pendientes entre los países europeos como para decir enfáticamente que todo este panorama no es el caldo de cultivo de la Tercera Guerra Mundial?
Por lo pronto ante la crisis económica global cada vez más personas guardarán sus temores y recelos hacia los alemanes para mejor ocasión.
Ni duda cabe, puede más la necesidad que la suspicacia ¿o no?