19-04-2025 04:15:04 AM

El futbol mexicano está podrido

Era el 14 de julio de 2014: México es campeón del mundo de futbol después de derrotar dramáticamente a Brasil. 0 – 1 fue el marcador que desató la locura. ¿Y ahora qué sigue?

Después de la nunca antes vista explotación comercial y bombardeo mediático de los seleccionados las cosas volverían a la normalidad. En nuestra cotidianidad los triunfos de la Selección Nacional y de los equipos locales en torneos internacionales no cambian la realidad socioeconómica de México.

En este sentido hay varios casos de los cuales deberíamos aprender: los triunfos del futbol profesional no dignifican la vida personal ni colectiva del aficionado.

Por ejemplo, el 25 de junio de 1978 la Selección Nacional de Argentina se coronó en la XI Copa Mundial de Futbol, sin embargo la realidad nacional continuó igual; Francois Geze la resumió magistralmente: “No se puede jugar un Mundial mientras a pocos metros del estadio se tortura y se mata gente”.

Antes, durante y después del campeonato obtenido por Argentina la población de aquel país vivió una de las etapas más crudas del oscurantismo democrático a manos del dictador Jorge Rafael Videla.

Otro caso es el de España. Actualmente España es la nación campeona de futbol del mundo y de Europa, sin embargo, esta nación está viviendo la peor crisis económica y social después del franquismo. Los suicidios por desahucios y la fuga de talento no disminuyeron con el encumbramiento de la Selección Nacional.

Como hace 35 años, al igual que los argentinos,  los críticos españoles consideran que los triunfos en el futbol profesional sirven para distraer a la población de los graves problemas nacionales.

El historiador británico Paul Preston acuñó el concepto de futbol como droga social, entendido éste como: “la capacidad de mantener a la población en un estado de pasividad política de tal manera que se eviten levantamientos y manifestaciones, ha sido uno de los aspectos habitualmente más utilizados por los regímenes políticos de todo el mundo como herramienta de control de la población.”

Si se mira al futbol como droga social se entiende claramente por qué en México se han destinado grandes cantidades de recursos públicas de las entidades federativas a equipos de primera división profesional.

También se entiende por qué para ciertos sectores encumbrados de la vida nacional es de vital importancia que la Selección Nacional  y los equipos de  futbol califiquen a torneos internacionales.

Quienes están a favor del valor motivacional en la población a causa de los triunfos deportivos, en especial del futbol, nos quieren ver la cara de ingenuos. Veamos por qué.

Fatua y con duración de corto plazo es la motivación derivada de los logros de la Selección Nacional y de los equipos de futbol. A lo que llamamos el  futbol profesional sólo anima al festejo o la resignación, es decir, está anclada a un estado emocional pasajero, pero está alejada de la realidad social propia y colectiva.

Es diferente la motivación duradera, aquella que  trasciende las sensaciones emocionales y se asienta en soportes intelectuales y éticos.

La primera motivación deriva y promociona veladamente a la inactividad; la segunda se alimenta de la acción. Por ello es más gratificante y duradero, jugar y ganar limpiamente un partido de futbol, en comparación con presenciar por televisión el triunfo del equipo favorito.

En la siguiente entrega abordaré el futbol amateur, por lo pronto le digo que hacen mucho daño quienes inseminan la idea de que los mexicanos progresarán si sus equipos o la Selección Nacional ganan torneos internacionales.

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