Ya es tradición que las campañas electorales están cundidas de marrullerías populacheras y aderezadas con una generosa porción de cinismo por parte de los candidatos, así como de una generosa untada de amnesia por un gran sector de la ciudadanía… Estas no son la excepción.
De igual forma, la tan criticada por todos pero por muchos esperada Guerra Sucia está en pleno apogeo, el morbo se antepone a la conciencia y en el coliseo de las Redes Sociales los cibernautas disfrutan del derramamiento de mierda.
En otro momento podríamos asumir que, como en casi cualquier guerra, la ley del más fuerte prevalecería (sin hablar precisamente de los candidatos, sino de quien está detrás de ellos), el que tuviera más municiones, más soldados, más aliados poderosos y mejores mañas… ganaría sin duda, empero, en la trinchera de las RS la historia es diferente, pues ahí, la exclusividad intelectual de la “verdad” y la “razón” ha caducado. Hoy ambas pertenecen a todos y a ninguno. Hoy, a través de las RS se comparten, navegan y por su viaje se enriquecen; todos los puntos de vista, los pensamientos, las propuestas, las emociones, los sentimientos y hasta las pendejadas. De igual manera, tanto los aciertos como los desaciertos se maximizan, se multiplican, propagándose de una manera más rápida y eficaz que un bono de “productividad” en la Cámara de Diputados.
Hoy en día, los ciudadanos están expresándose como nunca antes lo habían hecho, sin embargo, aunque ese ejercicio de por sí es ya una catarsis muy saludable para quien lo realiza, en el plano social, que es en el que estamos aterrizando en este momento, hablar no es suficiente para mejorar las cosas, inclusive, en ocasiones ayuda mucho para empeorarlas, sobre todo cuando no te das cuentas que las mentiras te llevan, pero no te dejan regresar.
Lo mejor y lo peor de este medio de resonante actividad hormonal y emocional es que tanto las reacciones como la retroalimentación a tus opiniones y acciones son a bote pronto y sin anestesia. Las RS son un mazo digital que sirve tanto para construir como para destruir, pero en ambos casos, sólo son un instrumento, los resultados (ya sean positivos o negativos) no se reflejarán de acuerdo al tamaño del mismo (a lo abultado de tus cuentas), sino que estos serán directamente proporcionales a la habilidad de la mano que lo sostenga y a la sagacidad de la mente que lo guíe.
Por ende, en las RS, al igual que en la política, el único pecado que existe es la estupidez… Pues todo lo demás está permitido.
José María Pumarino: Escritor, caricaturistas y empresario. Ceo/SeniorPartner de Bushido.mx
