La ciudad de Puebla ocupa el primer lugar a nivel nacional con el mayor número de pobres en zona urbana, con 750 mil personas, según datos de Coneval.
Son personas que están desempleadas, o no tienen un empleo fijo y cuando laboran sus ingresos son mínimos, y apenas cuentan con estudios de primaria; de esto se derivan problemas como desnutrición o de salud.
No todas esas personas están en “situación de calle”, es decir no todas no viven en la calle y tampoco laboran en la calle, que podría ser una salida lógica a su condición de pobreza.
Esto viene a cuento por el reciente muestreo que realizó el DIF del municipio de Puebla sobre el “trabajo en la calle”, y de la que se concluye que sin estudios, pedir limosna o limpiar parabrisas se puede obtener hasta nueve mil 500 pesos al mes, libres de polvo y paja.
Una muestra entre 616 personas, arrojó que al menos el 30 por ciento lo hace porque desea aumentar sus ingresos o porque no tiene trabajo; el 20 por ciento labora en la calle porque no tiene patrón y gana lo que quiere.
Y a buena parte de los encuestados, el 34 por ciento, no le importa “pagar una cuota” para que lo dejen trabajar en la calle.
Se desconoce cuántas personas “trabajan” en la calle, pueden ser tres mil o nueve mil o más, basta ver la cantidad de vendedores, franeleros, limpia-prabrisas o malabaristas que hay todos los días en cada crucero de la ciudad de Puebla.
Sea cierto o no, el 37.3 por ciento de los encuestados aseguró tener ingresos de 3 mil 500 pesos al mes, y el 18 por ciento restante dijo ganar desde 6 mil 500 hasta 9 mil 500 pesos al mes, ya sea que limpien-parabrisas, vendan chicles, comida o juguetes.
Estas actividades informales dejan mucho más que ser un cocinero con experiencia en un restaurante, que gana al mes 2 mil 857.50 pesos, o dependiente de una farmacia con 2 mil 463.90 pesos al mes, de acuerdo a la tabla de Salarios Mínimos Profesionales 2013.
Con tales ingresos de quienes “trabajan” en la calle, un buen número de esas personas difícilmente puede ubicarse en el nivel de pobreza, o realmente que vivan en la calle, pues incluyo el 88.4 por ciento aseguró vivir en núcleo familiar.
Sin embargo, no deja de ser un problema social el comercio callejero, el que está en cada esquina en la calles de la ciudad de Puebla, y que de una u otra forma los mismos ciudadanos fomentan al darle una moneda todos los días.
El desempleo y la pobreza son situaciones que se han agudizado en los últimos años en Puebla y en el resto del país, los gobierno no han sabido aplicar una política integral para reactivar la economía interna, y a su vez fomentar la creación de empleo.
La salida que se pretende dar al “trabajo en calle” resulta limitada y asistencialista, únicamente. Por ejemplo, se propone: atender directamente a las personas en situación de calle para que tengan un proyecto de vida diferente; brindar educación integral a los menores en los Centros de Día del DIF, concientizar a la sociedad mediante campañas para que no den monedas en la calle.
Si la mayoría de los encuestados dijo que “trabaja en la calle” porque no quiere jefes, quiere aumentar sus ingresos y porque es fácil ¿estarían realmente dispuestos a cambiar sus condiciones por las que ofrece la autoridad municipal?
Es claro que el esfuerzo es individual para tener éxito al cambiar el proyecto de vida, como lo ofrece el DIF, sin embargo la oferta resulta limitada en cuanto a que no existe una política de empleo y con un ingreso adecuado.
Hace falta una política integral, que los tres niveles de gobierno la apliquen, de otra forma la economía informal, el “trabajo” callejero seguirán multiplicándose en las calles poblanas y en las del resto del país.