05-05-2024 01:44:44 AM

La RUTA en su primer día

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“¡Dejen bajar primero!”

Se escuchó desde el interior del nuevo trasporte público.

ruta2Más vivos que Rafael y su esposa Rosa, un grupo de estudiantes se les adelantó y bloquearon el acceso.

El matrimonio cincuentón alcanzó a ver por un segundo sus rostros atónitos reflejados en el cristal de la puerta que ya cerraba, al tiempo que el transporte se alejó destellando su letrero luminoso: “Felicidades Sr. Gobernador”.

Es el primer día en que la Red Urbana de Transporte Articulado  (RUTA) circula las calles de Puebla.

Con la cantidad de gente que se reúne en los paraderos exprofeso para la RUTA, éstos cobran vida, hecho que contrasta con lo que más bien pareciera la escena de un sitio abandonado: pantallas apagadas, cables sueltos y basura.

Entre los murmullos de la muchedumbre que esperan 10, 15, 20 y hasta 30 minutos, se alcanzan a escuchar dudas repetitivas.

¿Hasta cuándo es gratis?

¿Cuántas unidades son?

ruta1¿Y las tarjetas?

¿De qué lado pasa el que lleva a Tlaxcalancingo?

Un par de hombres que manipulan cables en el lugar, esquivan las preguntas: “Creo que toda la semana van a dar las tarjetas”.

En el interior del transporte la gente también evidencia la incomodidad por el sobrecupo, al punto de tener ciertos altercados.

“Cuando estaban (a bordo) los supervisores todo iba en calma, pero nada más se bajaron, empezó el desorden”, explicó un pasajero que viajó de Chachapa al paso a desnivel Juárez-Serdán.

A la distancia del paradero Carmen Serdán, las bocinas de los autos de repente suenan al unísono cuando el flujo lo interrumpe un desinformado que intenta dar vuelta a la izquierda y es obstaculizado por el agente de tránsito.

Los tiempos de trayecto en la RUTA tampoco escapan a las quejas.

El ama de casa que vive en Bosques de San Sebastián hizo 42 minutos a San Alejandro. “Según dijeron que de punta a punta iban a ser 40 minutos”, rezongó.

“Y es que por un momento el autobús se apagó como cinco minutos”, explica el mismo viajero que abordó en Chachapa.

La desesperación hizo mella en más de uno.

“Es que si nos subimos nos van a apachurrar”, le explicó la joven madre a la berrinchuda niña.

“Mejor vámonos en camión”, suplicó la estudiante de enfermería a su grupo de amigos.

Rafael y Rosa siguieron el ejemplo y abandonaron el paradero después de dejar pasar tres unidades atiborradas.

“Ya esperaremos a pagar los siete cincuenta”, musitó el esposo.

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