28-04-2024 06:34:47 AM

Rafael Micalco, el fracaso de un “líder” blanquiazul

tempestad14

Sin duda, su llegada al cargo representa un descarado pago político por los favores prestados al morenovallismo de cara a la coyuntura electoral de 2010.

Sí, el también diputado federal- cargo que ocupa también por influencia directa del gobernador del estado- fue uno de los primeros “convencidos” de lo único importante para su partido era sacar a como diera lugar al PRI de Casa Puebla.

No importaba que al final fueran traicionados.

Mucho menos que los auténticos panistas no se sientan representados en el actual gobierno estatal y que consideren que aquel primer domingo de julio de hace dos años, realmente no ganaron nada.

Micalco cabildeó con los “duros” en el PAN, esos que, acostumbrados a perder elecciones mantenían intactos sus privilegios y canonjías al interior y que no veían con buenos ojos la llegada de un ex priista a la candidatura más codiciada por sus militantes.

Platicó, prometió, mintió cuando fue necesario, pero al final no sólo llego la tan anhelada bendición, sino la posibilidad de entregarle al equipo cercano a Moreno Valle puestos claves en el organigrama de operación electoral del partido.

Sí, el triunfo de Rafael se debió a la inserción de incondicionales en el PAN y a la estructura paralela que el ex Secretario de Finanzas mantenía desde hace años con recursos propios.

Vale la pena señalar lo anterior, porque de no ser por el referido pago de esta factura política y la misión que tendrá Micalco de defender los intereses electorales del hoy gobernador, su inminente regreso a la dirigencia del partido no resiste el menor análisis.

Y es que, bajo su batuta, el PAN poblano vivió una de las épocas más oscuras e ineficientes de toda su historia.

¿Cómo olvidar el pobre desempeño electoral de la derecha poblana en la elección local de 2007?

¿Y la monumental vergüenza panista después de la federal de 2009?

Sí, con todo y el escándalo nacional por el caso Lydia Cacho.

Por cierto, a propósito del desempeño de Rafael Micalco como líder partidista, en ese oscuro 2009 para el PAN publiqué una columna que hoy más que nunca vale la pena recordar.

Para ver lo que le espera a partir del 16 de diciembre al blanquiazul poblano:

“Y MICALCO…¿CUÁNDO?

El líder nacional del PAN, Germán Molina, ya puso el ejemplo.

En un arranque de valentía y honestidad, algo pocas veces visto en la política actual, e incapaz de soportar el fracaso electoral de su partido en la elección del pasado domingo, el calderonista número uno del país decidió renunciar a su responsabilidad como presidente del Comité Ejecutivo Nacional de su partido.

Así tenía que ser.

La misión de Martínez era muy clara: conseguir la mayoría panista de la próxima legislatura federal, para hacerle mucho más tersa la segunda parte de su sexenio a su jefe, amigo y presidente de la República.

No pudo, no lo logro, y por eso renunció.

En términos llanos se llama vergüenza profesional, ética política, o para que me entienda mejor: tener madre.

Otros no lo ven así.

Rafael Micalco será recordado, sin duda, como el peor dirigente que ha tenido el PAN poblano en toda su historia.

Ahí están sus números.

Bajo su tutela, la derecha local ha dilapidado un capital político sin precedentes y que seguramente tardará varios años en recuperar.

Hoy, Acción Nacional no gobierna más aquellos municipios importantes que en los últimos años se habían convertido en bastión político para ellos.

Su representación en el congreso local es mínima y la voz de sus diputados de plano no se oye, en un momento en donde urge un mayor equilibrio de fuerzas políticas, ante el peso de la cada vez más agobiante mayoría priista.

El clímax del ridículo fue el vergonzoso “zapato poblano”, propinado en la elección federal.

Ni un distrito, ni uno sólo pudieron ganar.

Que si factores de peso nacional como la inseguridad, el narcotráfico, o la crisis económica.

Que si el desencanto democrático y el crecimiento exponencial del número de electores que decidieron anular su voto.

Pretextos.

La cruda realidad es que el nivel de votación del PAN poblano está muy por debajo de la cantidad de votos promedio obtenido por ese partido a nivel nacional.

Contundente ¿no?

Con esos resultados, en cualquier organización ajena a la actividad política sería despedido de inmediato.

Sin embargo, a Micalco, esto no le pesa ni le incomoda.

Experto en amarrar beneficios y prebendas personales, lo que menos le importa a este patético personaje es tener al partido que dice dirigir en una situación de auténtica emergencia electoral.

Lejos de realizar un trabajo serio, profesional, de desarrollo de cuadros y de movilización y fortalecimiento de la estructura partidista en el estado, Rafael se ha convertido en un auténtico peón de su tocayo, Moreno Valle, al que prácticamente le ha entregado ya el control total de esa estructura que, sospechosamente, de plano decidió no salir a votar el pasado domingo.

Increíble ¿no?

“Que pierda el partido, pero que gane yo” parece ser la máxima que defiende a rajatabla.

Y es que, hay voces que aseguran que Moreno Valle le ha prometido que, de llegar a ser gobernador, lo convertirá en secretario de estado, en miembro “importante” de su gabinete.

Sí, como no.

¿Se imagina a alguien como Micalco en una responsabilidad tal?

¡Sálvese quien pueda!

Además, de llegar el senador, lo menos que hará será incluir panistas en su equipo de trabajo, mucho menos con el bajo nivel que han demostrado en los últimos años.

Así que, habrá lugar para los Manzanilla, los Banck, los García Almaguer y demás personajes, pero nunc para los Micalco y compañía.

Que alguien le avise por favor.

La renuncia, más que merecida, más que pertinente y sobre todo, súper urgente de Micalco, no se dará.

Jamás veremos en él un gesto de estadista como el que tuvo Germán Martínez.

No se puede, es imposible porque no lo es.

Para eso, además de capacidad, talento y vergüenza, se necesita lo mismo que para los omelettes: muchos huevos”.

latempestad@statuspuebla.com.mx

Twitter: @ValeVarillas

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