23-11-2024 11:42:25 AM

Creer y actuar

“El país de Uno” es un libro de obligada lectura, su autora Denise Dresser, logra plasmar una serie de elementos, sin duda críticos, que permiten reflexionar acerca de la situación actual de nuestro país.

Sin embargo, nos va llevando en su narración a la idea que ella misma sostiene de “Mirar a México con más honestidad”, lograrlo sin duda, es una tarea enorme, pero no podemos decir que sea imposible, requiere del compromiso de todos y todas ciudadanos y ciudadanas, requiere de “sacudir conciencias” de una “convicción inquebrantable de mejorar a México” y de “contribuir a la construcción de ciudadanía”.

Pero requiere también de “(…) creer para entender, Hay que creer para actuar. Hay que creer porque si se abdica a ello, los hombres se vuelven pequeños”  “(…) Porque frente a todos los motivos para cerrar los ojos están todos los motivos para abrirlos. Frente a las razones para perder el ánimo están todas las razones para recuperarlo” porque “México es el país de uno. El país nuestro. Ahora y siempre”.

Así desde el corazón la autora nos va llevando a retomar nuestros deberes, nos va llevando al objetivo primario: creer y actuar.

Y en este sentido, me parece que hoy en México es un buen momento para dar un gran paso. El momento político actual nos permite reflexionar en torno a propuestas y compromisos. Nos permite decidir hacia donde queremos transitar en el México de hoy.

Y me parece como elemento fundamental, el análisis de fondo,  de los mensajes que hemos escuchado de quienes hoy contienden, para justamente mirar hacia el futuro y no al pasado.

Y uno que es base para visualizar el sistema político que se propone para México y que me preocupa y por ello lo retomo, es la constante referencia del candidato Andrés Manuel López Obrador a la “democracia participativa” y recuerdo los análisis de expertos en torno al tema, refiriéndose a una serie de elementos que permiten diferenciar lo que muchos llaman “la democracia antigua” de la “democracia moderna”.

Alain de Benoist en un análisis publicado refiere “Los defensores de todo tipo de régimen gustan decir que lo suyo es la democracia” fenómeno nada reciente, remontándose a 1849 y lo escrito por Guizot “tan poderoso es el atractivo de la democracia, que ningún gobierno o partido desea existir sin inscribir esta palabra en su bandera”.

Incluso va más allá al escribir “No todos son demócratas, pero todos pretenden serlo. No existe ninguna dictadura que no se considere como una democracia. Incluso los antiguos países comunistas del Este de Europa no solo se describían como democráticos según sus constituciones, sino que se presentaban como las únicas democracias reales frente a las democracias “formales” de Occidente”.

Dicen los estudiosos del tema que si deseamos hablar de ello, debemos regresar a la democracia griega. La comparación entre democracias antiguas y modernas, está en que las primeras eran democracias directas, mientras que las segundas son democracias representativas, sin olvidar que aún en Atenas, los esclavos eran excluidos de la democracia ateniense, de manera que no era tan democrática entonces.

Y esto sin duda tiene que ver con lo amplio de los territorios y las poblaciones –como hoy sucede en nuestro país-  de ahí que me parece tener cuidado, mucho cuidado con propuestas que podrían significar retrocesos; bien señala Giovanni Sartori “durante milenios el régimen político óptimo se denominó república y no democracia (…)”  incluso la Revolución Francesa se refiere a un ideal republicano.

De ahí que cuando se habla de democracia no podemos irnos como la manejan los “demagogos”. La democracia es un “estadio superior” en los regímenes políticos.

Se imaginan en México convocar todos los días a l@s ciudadanos para ¿decidir asuntos de la cotidianidad?

En el  libro “Liberalismo y democracia” Norberto Bobbio menciona “Nosotros ya no podemos gozar de la libertad de los antiguos, que estaba constituida por la participación activa y constante en el poder colectivo. Nuestra libertad en cambio debe estar constituida por el gozo pacífico de la independencia privada”

El pensamiento político griego sin duda, nos legó formas de gobierno entre las cuales se encuentra la democracia, traducida como el gobierno del pueblo, el sentido no ha cambiado. “Lo que se considera que cambió en el paso de la democracia de los antiguos a la democracia de los modernos, por lo menos a quienes consideran útil esta contraposición, no es el titular del poder político, que siempre es el “pueblo”, entendido como el conjunto de ciudadanos a los que toca en última instancia el derecho de tomar las decisiones colectivas, sino la manera, amplia o restringida, de ejercer este derecho, en los mismos años en los que mediante las Declaraciones de los derechos nace el Estado Constitucional moderno”.

Por ello en el proceso de construcción de ciudadanía, y en este momento político-electoral en México,  es necesario reflexionar en torno a estos temas fundamentales, para, justamente mirar hacia el futuro y no al pasado; hay, como señala Denise Dresser  “Mirar a México con más honestidad”.

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