Se acerca el año 2015 y se ha iniciado la revisión mundial, de los avances del programa de acción, aprobado en la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, cuyo criterio fundamental consiste en dar a las mujeres, niñas y adolescentes, las armas necesarias, para mejorar su situación y proporcionarles más posibilidades de elección, mediante un mayor acceso a los servicios de salud y educación.
En 1994, año en el que se establecieron estos compromisos, México los suscribió obligándose a cumplirlos.
El planteamiento fundamental, consistió que en 20 años, debería propiciarse, que los servicios de planificación de la familia, estuviesen universalmente disponibles en el año 2015 o antes, como parte de un enfoque ampliado de la salud –incluida la salud sexual y reproductiva- y los derechos de las mujeres y las niñas.
Un diagnóstico actual refiere la situación de estos compromisos suscritos por los países Miembro de la ONU, reitero, incluido México: Hay 1,800 millones de personas jóvenes entre 10 y 24 años que carecen de acceso a los servicios integrales de salud sexual y reproductiva y a la educación sexual que necesitarían para tener una vida segura y saludable.
Se habla también de que más de 215 millones de mujeres casadas o viviendo en pareja, que no desean quedar embarazadas, carecen de acceso a métodos anticonceptivos modernos, y un número mayor no tiene acceso a otros servicios e informaciones básicas sobre la salud sexual y reproductiva.
Se determina también que la prevalencia de anemias causadas por mala nutrición, la alta permanente de agua potable y servicios de saneamiento, así como el impacto sobre la salud, derivado de la creciente desigualdad a nivel global y nacional, pone en grave riesgo la salud sexual y reproductiva de niñas y mujeres.
Y por supuesto, muchas mujeres y niñas, siguen enfrentándose a situaciones de desigualdad y violencia y a otras violaciones de sus derechos humanos.
Ante este panorama se ha iniciado un llamado a la Acción de las Mujeres hacia el Cairo +20, para construir “compromisos políticos, superar los obstáculos financieros y jurídicos y transformar los sistemas de salud inadecuados, las condiciones sociales y económicas adversas, la violencia y la discriminación que nos impiden acceder a los servicios de salud y a la información necesarios para tomar decisiones informadas sobre nuestras vidas sexuales y reproductivas”
Estos deben ser los temas a debate que generen los compromisos de quienes aspiramos a una representación política, como es mi caso, de ahí que mi compromiso es:
Qué México cumpla con el compromiso que firmó en la Conferencia Mundial de Población y Desarrollo y me sumo a la Acción de las Mujeres hacia el Cairo +20.
Para lograrlo impulsaré los recursos presupuestales que permitan:
-El acceso universal a servicios de salud sexual y reproductiva de calidad, completos e integrados.
-Programas que empoderen a las mujeres, sobre todo a las adolescentes y a las jóvenes, para que conozca sus cuerpos y ejerzan sus derechos, a través de una educación integral en sexualidad.
-La protección y la promoción de los derechos reproductivos como derechos humanos.
Todo lo cual es factor de importancia crucial, que debe ser tomado en cuenta como parte del proceso de desarrollo; promoverlo, representa promover también, la dignidad humana.
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