03-05-2024 12:10:59 AM

Política pública integral vs pobreza

balance15

En la colaboración anterior hice referencia al abandono de los pobres urbanos, y ante las crisis y el crecimiento de las ciudades la pobreza ahora se concentra en estas últimas.

Una política asistencialista sólo cubre las necesidades y no ataca el problema. Cualquier programa y recurso son insuficientes porque la necesidad persiste y crece, al tiempo que la capacidad de respuesta es limitada en detrimento de otros.

Tal es el caso del Seguro Popular (SP). Se da acceso a que todos tengan acceso a la salud y atención médica, sin embargo no se cuenta con la suficiente infraestructura para ello, y en contraparte el sistema de Seguridad Social va en detrimento.

La condición socioeconómica de quienes están inscritos en el SP no cambia. Se hace válido el derecho que tienen de acceso a la salud, pero nada más.

Y lo mismo ocurre con otros programas asistenciales, por ejemplo el de empleo temporal cuando se trata de construir algún camino rural o carretera.

Mientras no se considere de forma integral una política económico-social incluyente y sostenible, cualquier programa que se aplique será meramente de atención a necesidades inmediatas y, por ende, éstas serán permanentes.

Además que los programas deben estar vinculados no manejarse de forma independiente y alternados. Es decir, al tiempo que se da respuesta a salud y alimentación, también debe verse la preparación para el trabajo, no sólo nivel educativo, generar las condiciones para generar empleo, mejorar las condiciones de infraestructura habitacional

Un ejemplo de cómo se estructura una política incluyente para superar la pobreza, la expuso en su momento el catedrático Aarón Espinosa, de la Universidad Tecnológica de Bolívar, al referirse al caso de Cartagena, Colombia, la pobreza se acentuó en esa ciudad y en otras partes no.

Señala que el gobierno debe aplicar una Política de Inclusión Productiva (PIP) con el objetivo de “orientar y coadyuvar en el desarrollo de las capacidades y ampliación de oportunidades para la inserción productiva y económica, teniendo como referentes prioritarios los planes de desarrollo y los planes regionales de competitividad.”

La Inclusión Productiva se logra si se adecuan capacidades a las necesidades de la economía; se da formación y educación pertinente para el trabajo; se aumentan las oportunidades de generación de ingresos; fomentar el autoempleo y el emprendimiento, además de ampliar el acceso a recursos productivos, como la tierra, vivienda, crédito e infraestructura.

Para ello se necesita que la política de inclusión tenga como centro del desarrollo el crecimiento personal y colectivo de los miembros de la sociedad local.

El gobierno debe entender que la política social “no da asistencia mediante servicios, sino que desarrolla personas con capacidades que deben ser potenciadas a través de la ampliación de oportunidades”, concluye el investigador Aarón Espinosa.

En ese sentido debe mejorarse y fomentar la formación para el trabajo, más allá de la educación básica, para que no prolifere el empleo precario, el temporal o el trabajo informal.

Y esto es lo que ha prevalecido desde hace tres décadas en México, programas asistencialistas que responden necesidades inmediatas pero no van más allá para resolver el problema real.

No se propone que los programas asistenciales se suspendan de tajo, sino que estos mismos tiendan a propiciar el desarrollo integral de las personas y no signifiquen una carga para el erario público.

En sabido que constantemente se entregan despensas, se mantiene el seguro popular, se da empleo temporal en obra pública o se apoyan empresas sociales, pero todas esas tareas las más de las veces son aplicados de forma separada y hasta se suspende su ejecución por cuestiones electorales lo que deja desprotegida a la población durante una o varias semanas.

Las condiciones económicas macro son fundamentales, pero debe trabajarse en la sociedad local, ver a las personas como sujetos de derecho y no como sujetos de necesidades, pues esto último sólo mantiene el asistencialismo sin ningún tipo de avance.

Esto lo entendió Brasil en los últimos años, baste ver los resultados que entregó Lula Da Silva, o el avance que también ha registrado Colombia, por ejemplo.

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