Nada mejor que disfrutar tus besos y tus manos deseosas de tocarme.
Cuando juegas con tu lengua que se enreda con la mía.
Las ropas se desprenden fácilmente al sentir lo apasionado de los cuerpos.
Me dejas caer suavemente sobre la cama.
Y me pones la luna en el ombligo.
Tus besos dejan de serlo. Siento tu lengua pasear con ansias locas.
La siento correr por mis pezones excitados. La bajas hasta encontrar mi monte.
Se abre para ti. Mientras se mojan las sábanas ante el deseo de poseerme.
Veo mi clítoris en tu boca. Lo succionas una y otra vez.
Usas tu lengua juguetona que metes entre mis labios inferiores. Me arqueo para ti. Mientras me vengo varias veces en tu boca.
Siento perfectamente cómo crece tu miembro. Lo busco ansiosa. Lo humedezco de inmediato. Nada mejor cuando disfruto esos líquidos transparentes que salen de ti.
Le ofrezco mi hueco húmedo. Toca mi garganta, juega con ella. Mi lengua lo acaricia. Entra y sale de mis humedades naturales.
Mientras me observas, aprietas las nalgas para detener tu semen. Levantas tu cabeza. La posas en el techo de ese cuarto que suda ante el fervor de los cuerpos ardientes.
Lanzas la prueba del amor y del deseo. Se escurre entre mis boca. Néctar de pasión.
Sin descanso, me volteas para ti. Tomas mi cadera y la acomodas para penetrarme. Usas la yema de tus dedos y me abres para ti.
Una y otra vez con movimientos circularles. Tu lengua se adelanta y me lames con ella. Me seduces.
Una vez más me penetras. Lo haces de frente y por detrás. Lo haces de mil formas. Lo haces a los cuatro vientos. Me acomodas de igual manera porque embonan nuestros cuerpos.
Nada mejor que tenerte dentro. Que disfrutar plenamente tu sexo erecto empapado de mis líquidos.
Con sonidos propios del llamado del amor.
Es una lucha de deseos y de satisfacciones.
Sin beligerancias. Sin vencedores ni vencidos.
En una batalla en dos tiempos…
Aquí y ahora.
