Está visto que no es ya el color de quién gobierna para que los empresarios manejen su pliego petitorio y de señalamientos. Ahora por primera vez gobierna una alianza, o el PAN para ser más concretos, y el sector privado sigue con la misma línea discursiva, se va por lugares comunes.
Un ejemplo de lo anterior fue la comida-reunión con el presidente Felipe Calderón el pasado 5 de mayo. Ahí los empresarios desaprovecharon la oportunidad de hacer preguntas a fondo al mandatario o realizar algunos planteamientos concretos. Nada rescatable. Fue una comida como tantas otras.
Por otra parte, un pretendido programa de debate en el canal oficial de televisión Sicom, terminó -una vez más- en una mesa de peticiones por parte de los dirigentes de los comerciantes, industriales y constructores. Tanto que el propio conductor Carlos Martín Huerta optó por señalar “¿algo más que le quieran pedir al Secretario (Pablo Rodríguez) ya que está aquí?”
Supuestamente el objetivo del programa era cómo mejorar la competitividad, qué se está haciendo al respecto y cuál es la actividad entre gobierno y empresarios; sin embargo, durante una hora las preguntas fueron evadidas por los patrones y las convirtieron en peticiones públicas de dinero, de apoyo al Congreso de Cámaras, de recursos para Pymes,
Experiencia y conocimiento de temas no lo reflejan los empresarios cuando son repetitivos en sus respuestas, en sus planteamientos.
Demuestran una total falta de preparación cuando tienen que acudir a este tipo de eventos, sin tener las ideas claras, o el colmo presentarse sólo en mangas de camisa en un programa de TV.
Ahora la demagogia es de los patrones, afirman que: “hay colaboración y diálogo, no hay enfrentamiento (con el gobierno)”, pero de ahí no pasan.
Los empresarios están igual que hace años: sentados a la espera que el gobierno cumpla sus demandas, y se justifican con un sólo argumento: ellos dan el empleo.
Esta actitud también se refleja en las cámaras y asociaciones que representan: pocos ingresos, pocos socios y deficientes servicios para sus agremiados.
Y como muestra de que los empresarios no están dispuestos a mover un dedo y mucho menos a invertir, han empezado a una campaña para que el gobierno federal retome la obligatoriedad de afiliarse a cámaras o asociaciones.
Desde la década de los cuarenta en el siglo pasado, el gobierno federal emitió la Ley de Cámaras que obligaba a todo empresario (comercio, industria, servicios) a estar afiliado a su cámara respectiva, pagar cuotas. Esta medida fue criticada por el mismo sector privado, objetaba la falta de libertad para asociarse y finalmente la medida se eliminó en el gobierno de Salinas de Gortari.
A partir de ahí organismos y empresarios demostraron que ni eran tan sólidos ni tan eficientes para agruparse y constituir un frente común, un fuerte interlocutor ante el gobierno.
Varias agrupaciones desaparecieron no sólo en Puebla sino a nivel nacional; de las que quedaron su afiliación es mínima y no prestan servicios adecuados, aunado a que siempre piden dinero al gobierno para realizar sus eventos, ya sea comidas-asambleas, exposiciones o congresos.
Ya han pasado más de 100 días que iniciaron actividades las administraciones estatal y municipales, tiempo en que se han iniciado obras, firmado convenios o modificado leyes, falta ver los resultados de ello. Sin embargo, los empresarios a donde quiera que van llevan bajo el brazo su larga lista de peticiones de lo que debe hacer el gobierno (como si fuera campaña), y no se dan cuenta que también deben ponerse trabajar y asumir sus propios compromisos.
Reza un dicho: para ser hay que parecer, y la mayoría de los dirigentes de organismos privados ni parecen ni son líderes, salvo la mera referencia porque rindieron protesta al cargo, pero nada más.
