22-11-2024 09:07:12 PM

¿Por qué los mexicanos preferimos no denunciar?

A la 1:15 de la tarde del martes, mi hijo de 14 años salió de sus clases en el CENCH y platicaba con una amiga frente a la secundaria cuando escuchó que alguien se le acercaba. 

Un individuo lo tomó del cuello y le colocó un arma punzocortante en las costillas –¡dame tu celular!- le ordenó. En un principio, mi hijo se negó a entregar su teléfono.  El asaltante le presionó mas el arma, metió la mano a la bolsa del pantalón y le quitó el teléfono, empujó a mi hijo y se dirigió a su amiga para quitarle también su celular, al recibir la negativa de esta chica, decide retirarse corriendo.

Varios jóvenes se dieron cuenta del hecho y pidieron auxilio, los vigilantes del CENCH, apoyados por algunos alumnos, logran ubicar al asaltante, lo detienen y lo entregan a la patrulla 219. 

El asaltante, muy tranquilo, ofrece regresar el teléfono y que lo dejen ir. Los policías preguntan entonces a mi esposa si se va a denunciar el hecho o no, seguramente se querían evitar todo el engorroso trámite y la pérdida de tiempo.

Me avisaron de los hechos y decidí pedir permiso en la oficina e irme a apoyar a mi hijo a presentar la denuncia, he creído firmemente que este país va a cambiar cuando denunciemos injusticias, cuando dejemos de lado eso de “si no le pasó nada, mejor déjalo así”.

Del CENCH nos trasladamos a la Delegación Sur, cerca del Fraccionamiento Los Héroes, para la presentación del detenido.  Ahí empezó lo raro de la actuación de uno de los policías, identificado con la Placa 968 y de nombre Alejandro Olivares Rodríguez.

De repente, el arma punzocortante no aparecía, éste policía era el que la había guardado. Hasta que exigimos que el arma tenía que entregarse, entonces es que milagrosamente apareció.

De ahí, lo tedioso de rendir la declaración, sacar las fotocopias, esperar y esperar.

Mientras esperábamos, este mismo policía mete al detenido a la patrulla y se introduce a platicar con él como dos buenos amigos. Esta plática duró aproximadamente media hora.

En algún momento me doy cuenta que el policía que estaba con el delincuente revisa el teléfono de mi hijo. Me acerco a la patrulla, el policía esconde el teléfono entre sus piernas y toma otro celular que tenía en la bolsa de su camisa. Simula hablar con algún comandante, me paro enfrente de la patrulla y me pregunta que si se me ofrece algo, le digo que si, que quiero ver el celular de ni hijo, me contesta que él lo tiene y que verificaba que todo estuviera en orden, levanta una de sus piernas, saca el teléfono y me lo muestra, sin tapa, el chip encima del asiento del auto.

Le expreso entonces que ya lo habían revisado, y le exijo que lo cierre, lo guarde y lo presente ante la autoridad.

Después de ir a la Delegación de Valsequillo y que  nos enviaran finalmente a la 9 oriente, esperamos para rendir la declaración, la cual terminó lo cual terminó hasta las 8:30 de la noche.

¿Que hay de raro en esto? Parece una historia cotidiana. 

Primero: El policía mencionado, hace desaparecer el arma y luego la aparece cuando le es exigida, nos insistían en un principio que sólo se denunciara por robo y no por robo a mano armada.

Segundo: Durante el tiempo que el celular estaba en manos del policía, le hicieron tres llamadas a la amiga de mi hijo, la cual él había señalado en su declaración como la persona que le acompañaba cuando ocurrieron los hechos. ¿Para qué le intentaban llamar?

Tercero: El mismo policía estuvo haciendo llamadas con el teléfono de mi hijo, curiosamente, cuando llegamos a Valsequillo, ya los familiares del detenido estaban ahí esperándonos, ¿Casualidad?

Cuarto: Durante el tiempo que estuvimos en la Delegación Centro, el policía salió varias veces a hablar con los familiares del detenido.

No queremos denunciar porque no confiamos en la autoridad. Tememos y con razón que están coludidos con los delincuentes.

No queremos denunciar porque los trámites son engorrosos, tardados, realizar una denuncia se antoja para perder horas y horas.

No denunciamos este tipo de hechos porque sabemos de antemano que el delincuente va a alcanzar fianza.

No denunciamos porque tememos que el delincuente se entere en dónde vivimos y luego regrese para cobrar venganza.

Hace pocos días hirieron a una niña que había sido asaltada afuera del CENCH, tengo entendido que hasta el momento sus familiares no han querido denunciar.

¿Esta es la seguridad que nos prometieron las nuevas autoridades municipales?

Lalo Rivera, si algo le hubiera ocurrido a mi hijo, ¿qué respuesta me darías?

El robo de un celular puede parecer algo poco importante, pero al asaltar a alguien con un arma, después de que sabemos que hay una persona herida, de que son frecuentes los robos afuera del CENCH, muy cerca del centro de la ciudad, ¿A qué nos debemos atener?

Si así actúa un miembro de la policía, ¿Qué debo esperar del resto?

El nombre del detenido es  Julio Cesar Juárez Medellín y la averiguación es la número 597- 2011. La abogada que recibió la declaración en el Ministerio Público es Teresa Pineda.

Espero justicia.

Espero que se investigue este hecho y exijo seguridad para mi familia.

Espero que mi hijo vuelva a ir a clases sin temor a que llegue el delincuente en poco tiempo a cobrar venganza.

Espero que haya seguridad en la ciudad, en todas las escuelas, en el lugar donde vivimos.

Espero que no le estén llamando a mi familia para amenazarlos ni a los amigos de mi hijo si estuvieron revisando su celular.

Espero que esta autoridad municipal cumpla lo que prometió en materia de seguridad.

Espero que en lugar de estar esperando que si le llaman Maestro, Eduardo o Lalo, mejor permita que le digamos: Alcalde, ¡cumple con tus promesas!

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