Son innumerables los hechos que podemos mencionar como antecedentes al 8 de marzo “Día Internacional de las Mujeres”; uno de ellos es el 15 de marzo, día en que se conmemora el “Día de la Mujer Mexicana”, este dato es poco conocido, sin embargo es de gran importancia ya que fue por iniciativa de la escritora Maruxa Villalta, quien apoyada de innumerables agrupaciones presididas por mujeres y hombres, quedó oficialmente constituido como “Día de la Mujer”.
Esta propuesta nace ante la necesidad de reconocer la existencia de las mujeres, es decir de visibilizarlas; hay que recordar que a este acto antecedió el reconocimiento de los derechos políticos de la mujer mexicana, hecho que se concretó durante el periodo del Presidente Adolfo Ruíz Cortínez, quien el 6 de abril de 1956 reconoció el derecho al voto de la mujer.
Como estos acontecimientos puedo mencionar otros más, sin embargo, no se trata solo de recordar, sino de actuar.
Por principio, debemos tener en mente que cuando hablamos del derecho de ejercitar libremente nuestros derechos, nos referimos a los que nos asisten en el ámbito civil, político, laboral, económico, social y cultural, los cuales se nos reconocen en igualdad con el hombre, sin embargo en la práctica del ejercicio, no siempre resulta ser cierta dicha igualdad.
Hay que recordar que cuando hablamos de los derechos de las mujeres, nos referimos a la diversidad que existe, es decir como principio natural ninguna de nosotras es igual a otra, ni sus condiciones de vida ni sus necesidades son las mismas; esto lo refiero, porque se puede pensar que al ser reconocidos los derechos más elementales que tenemos como seres humanos, no queda más tarea que hacer; esto desde luego es una idea errónea ya que la diversidad implica hablar de las necesidades (pero sobre todo resolverlas) que tienen las mujeres indígenas, migrantes, niñas, adultas mayores, discapacitadas, enfermas, o bien de aquellas que son cambiadas por cervezas o maíz, o de aquellas que no van a la escuela o si lo hacen, no concluyen sus estudios elementales y también hablamos de las mujeres que sin importar la edad que tengan, el lugar del que provengan, sus usos y costumbres, hoy por hoy sufren violencia en cualquiera de sus modalidades.
Es por ello que debemos, identificar el tipo de necesidades que tenemos, hacer la debida difusión de nuestros derechos y además la creación de políticas no solo públicas sino también sociales e institucionales, que conlleven beneficios evidentes y permanentes en donde la discriminación deje de ser latente y por ende se erradique la violencia.