Busqué en todos los bolsillos, pero finalmente caí en cuenta que había dejado mi identificación en la casa.
Le dije a la señorita que lo sentía mucho, que iría a casa y que volvería más tarde.
En eso, ella me dijo: -“Desabotónese la camisa”-
Lo hice y mostré los abundantes, pero canosos vellos del pecho.
-“Esos vellos canosos son prueba suficiente para mí”,- dijo la mujer y procesó la solicitud.
Cuando regresé a casa, emocionado le conté a mi esposa lo que me había sucedido en el IMSS.
Entonces ella comentó:
– ¡Te hubieras bajado los pantalones, cabrón, a lo mejor te daban también la pensión por invalidez!-