Secretario General del Movimiento Antorchista Nacional
Se ha puesto de moda que, cada vez que se acerca la fecha fijada por la ley para que un mandatario, comenzando por el propio Presidente de la República, rinda cuentas de su gestión ante la representación popular correspondiente, salga aquél a los medios a dar ?un adelanto? de los ?logros principales? de su administración. Tales ?adelantos?, en realidad, no son más que un desvergonzado rosario de auto elogios, de verdades a medias y de francas mentiras, convenientemente aderezado con frases efectistas y huecas, cuyo propósito evidente es sustituir, en la mente del público, la amarga y dura imagen de la realidad por la idílica y virtual felicidad creada y difundida por los medios. Hace poco, como recordarán mis escasos lectores, le tocó su turno a Zeferino Torreblanca Galindo, próspero empresario acapulqueño que ?gobierna? al estado de Guerrero, en nombre y bajo los auspicios del más importante partido de izquierda en México, el PRD.
Guerrero es, como todos sabemos, uno de los tres estados (los otros dos son Oaxaca y Chiapas) con mayores índices de pobreza y marginación de todo el país, a pesar de lo cual el ?izquierdista? Zeferino Torreblanca, con una audacia y una cara dura dignas de reconocerse y aplaudirse, no vio inconveniente en salir a los medios para dar, urbi et orbi, la buena nueva de que, al acercarse su 5° Informe de Gobierno, todos los guerrerenses podían sentirse satisfechos y orgullosos con los avances materiales e innovadoras reformas en la manera de gobernar, llevadas a cabo por su administración. ¿Qué mejoras? ¿Qué innovaciones? ¡Nunca las precisó ni las puntualizó! Para escurrir el bulto, recurrió al conocido truco de que, mientras hablaba, a sus espaldas desfilaban imágenes de escuelas, de carreteras, de hospitales, de unidades habitacionales, etc., que bien podían pertenecer a Guerrero o a cualquier país del mundo.
Fue notable, no obstante, el estribillo final de estos ?promocionales?, pagados con el dinero del público al que iban destinados: ?Guerrero mejoró?. Yo no dudo que eso sea verdad; no creo que yo ni nadie pueda sostener que Torreblanca y su equipo de gobierno no han hecho absolutamente nada en provecho de sus gobernados. Pero la cuestión no es ésa; lo que interesa saber no es esa nadería, esa perogrullada; sino precisamente en qué y en cuánto se mejoró; quiénes y cuántos fueron los que recibieron esos beneficios. De otra manera: si se es honrado al informar, resulta obligado contextualizar la información, es decir, hay que partir de la evaluación cuantitativa exacta del rezago, luego, de lo realmente hecho, y, finalmente, de lo que queda por hacer. De otro modo, es chapuza y manipulación. Antorcha Campesina lleva ya muchos años trabajando en las zonas más agrestes, incomunicadas y pobres de Guerrero, y puede asegurar, por tanto, con datos irrefutables, que a dichas zonas no ha llegado absolutamente ninguna de las mejoras alegremente anunciadas por su gobernador; los olvidados de La Montaña, de La Cañada, de Tierra Caliente, etc., etc., siguen exactamente igual que antes, igual que siempre. No sólo eso, la soberbia y la insensibilidad empresarial del gobernador actual ha empeorado su suerte, pues para el exquisito y perfumado empresario acapulqueño, los ?indios? y los pobres son punto menos que un estorbo, pura escoria humana, y cualquier recurso que se gaste en ellos es dinero tirado a la basura. El olvido, ahora, es mayor que nunca. Un botón de muestra: hace medio año que denuncié aquí mismo el atropello perpetrado por un prepotente cacique de Ometepec, en la llamada Costa Chica de Guerrero, contra un indefenso grupo de indígenas. Resulta que cada temporada de cosecha de hortalizas, uva y otros productos en el noroeste del país, cientos de ellos, obligados por el hambre y la falta de empleo en sus lugares de origen, se ?enganchan? para ir a ganarse un mísero jornal a esas regiones norteñas situadas a miles de kilómetros de su tierra natal. Para embarcarse, se reúnen en Ometepec, pasando a veces semanas enteras a la intemperie, sin asearse, sin letrinas, viviendo de la caridad pública, mientras aguardan al enganchador.
Pues bien, el año pasado, un importante sector de estos nómadas del desempleo se aposentó en un predio abandonado, con algunas construcciones viejas que le sirvieron de refugio inmediato, al mismo tiempo que entraban en tratos con el dueño para comprarlo. De pronto, sin justificación legal alguna, el cacique aludido se presentó, acompañado de una fuerte escolta armada, al predio en cuestión; golpeó a la gente, destruyó sus escasas pertenencias y la lanzó a la calle. Las diligencias posteriores han demostrado que el tipo no tiene ningún derecho sobre el predio, a pesar de lo cual, los ofendidos llevan ya más de seis meses pidiendo justicia al gobernador y sólo han recibido ataques, injurias y engaños descarados. Los antorchistas no generaron el problema; lo tomaron a raíz del abusivo despojo caciquil y desde entonces defienden y representan a los indígenas despojados. Eso bastó para que el gobierno ?izquierdista? de Torreblanca la tomara con ellos: guerra mediática sucia, nula solución a sus demandas, puertas cerradas y oídos sordos de todos los funcionarios.
El último eslabón de esta campaña fue el asesinato del presidente municipal de Zapotitlán Tablas, José Santiago Agustino, ocurrido el día 28 de abril, en plena capital del estado y sólo una hora después de haberse entrevistado con funcionarios del gobierno. Todo mundo sabe que el crimen lo cometió gente de la organización armada conocida como LARSEZ, por órdenes de su líder, el ex presidiario Marcial Dircio, sentenciado por otros asesinatos parecidos y liberado, sin ninguna base legal, por el gobierno de Torreblanca. El crimen permanece en la más absoluta impunidad. ?Guerrero mejoró?, dice el señor gobernador. Puede ser; pero los hechos que aquí relato parecen indicar que se trata de una mejoría muy parecida a la que precede a la muerte de los enfermos terminales.