Senador de la República por el Partido Acción Nacional
Nuevamente Ciudad Juárez volvió a dar la nota? roja.
Ciudad de triste y larga trayectoria en índices de criminalidad y, por supuesto, con amplia presencia de la delincuencia organizada, este sitio fronterizo se considera una zona estratégica para introducir la droga hacia el vecino país del norte; por lo tanto, se muestra sumamente atractiva para los cárteles de la mafia.
La semana pasada, cuando de manera cobarde acribillaron a funcionarios del Consulado Americano; sin duda alguna, los mexicanos caímos en el estupor. Por supuesto, vino la obligada recriminación de ambos países en cuanto a la colaboración y cooperación en las diferentes áreas de relación como vecinos y socios.
De entrada, podemos afirmar que las zonas fronterizas se encuentran plagadas de corrupción; tanto del lado mexicano como del norteamericano, lo que hace más sencillo para los delincuentes operar con el beneplácito de las corporaciones policiales.
En tanto que nuestras fuerzas armadas hacen un gran esfuerzo por impedir que las drogas pasen las fronteras hacia Estados Unidos, ellos no han realizado prácticamente ningún avance para disminuir el consumo, así como tampoco para impedir el tráfico de armas hacia México (que finalmente pasan por la misma frontera).
Me atrevería a decir, inclusive, que los índices de criminalidad se han incrementado considerablemente del otro lado del Río Bravo; sin embargo, tal parece que los norteamericanos pretenden soslayarlo todo criticando a nuestro país.
Resulta que no es el único tema en la relación Bilateral México-Estados Unidos. Existen varios, con sus respectivas aristas; uno de ellos y donde nos vuelven a golpear, es el embargo del camarón mexicano, pues ahora resulta que impiden su venta y comercialización en aquel país. Entendemos perfectamente de qué se trata.
Primero: Porque tienen producto.
Segundo: Se trata de presionarnos por el embargo atunero, en virtud de que no recurrimos al arbitraje donde ellos tenían ventajas, sino que nos fuimos al de la OMC.
Tercero y último: Si bien es cierto que no ha existido cuidado con las tortugas (las cuestiones de la preservación de especies animales marítimas es uno de los argumentos para obstaculizar la introducción de productos mexicanos en la Unión Americana) también lo es que México ocupa el primer lugar mundial en sus proyectos reproductivos de esa especie, lo que sin duda compensa con creces su argumentación.
Adicionalmente, hemos procurado ser sumamente cuidadosos en el cumplimiento del Tratado de Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos, a grado tal que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha interpretado que los tratados internacionales se encuentran por debajo de la Carta Magna y por encima de cualquier otra legislación, otorgándole una categoría cuasi constitucional, en tanto que en ese país cualquier ley estatal puede impedir su cumplimiento, como es el caso del rubro del autotransporte y algunos otros productos, en los que bajo cualquier pretexto los norteamericanos incumplen con nosotros los compromisos suscritos en el dicho Tratado.
Creo que es el momento de replantear la relación entre vecinos, ya que observamos que únicamente les importan sus intereses inmediatos sin siquiera pensar en una relación de armonía y desarrollo a mediano y largo plazo.
Si cada quien hiciera lo propio y lo hiciera bien, otra cosa sería; estaríamos bajo condiciones diferentes: pero como reza el dicho: A ambos nos puede pasar que nos lleve la corriente? En un coctel en que casi siempre toca a México jugar el papel del camarón adormecido.