19-05-2024 06:04:43 AM

El gobierno local debe cumplir los acuerdos pactados

Después de dos años de negociaciones y ante la negativa del Gobierno del Estado a atender las demandas de los ciudadanos organizados en Antorcha Campesina, nos vimos obligados a realizar, como fue del dominio público, un plantón frente a Casa Aguayo, durante 8 meses. Los ataques mediáticos, orquestados desde la Oficina de Prensa del gobierno estatal, las amenazas de desalojo y las incomodidades para dormir, tomar nuestros alimentos, hacer nuestras necesidades, así como las inclemencias del tiempo, no fueron suficientes para doblegar nuestro espíritu de lucha y nuestra decisión de retirarnos, hasta no ver resueltas nuestras demandas.

Nuestra lucha fue coronada por el éxito, no tanto por la aceptación plena (por parte del gobierno) de que nos asiste la razón y el derecho, sino porque, junto con nuestra protesta, confluyeron una serie de movimientos y de hechos políticos, que obligaron -aún en contra de la voluntad del Estado- a firmar una minuta, en la que se comprometió a resolver las demandas planteadas por Antorcha Campesina. Entre las peticiones de más urgente atención se encuentran: la construcción del mercado y el libramiento en Tepexi de Rodríguez, la canalización de la barranca de Nahuapan y la ampliación del Hospital de Tecomatlán, así como la construcción del Hospital Integral en Huitzilan de Serdán. Es cierto que se han entregado algunos recursos, mínimos, para atender algunas acciones de vivienda, pero lo más importante sigue sin cumplirse.

Es necesario puntualizar que no nos quejamos de engañados. Desde antes de la firma de la minuta, el Comité Estatal de Antorcha Campesina estaba en el entendido de que la firma de dicho documento, por parte del Gobierno del Estado, no nos daba certeza de que las clausulas pactadas se cumplirían. Si lo hicimos es porque son los peligros que hay que correr, para dejar en claro -una vez más- quien actúa con dobleces, quien no le da valor a su palabra y a su firma. En suma, quien hace del engaño el arma predilecta de su actuar.

Esta es la razón que nos obliga a denunciar que la minuta firmada no se está cumpliendo en sus puntos más trascendentes y cuya irresolución provocó un plantón de ocho meses. Por lo tanto, seguir prolongando indefinidamente su solución, con argucias, provocará, sin temor a equivocarme, una nueva protesta pública. Las visitas realizadas a Tecomatlán y a Huitzilan de Serdán, por parte del secretario de Salud, le demostraron contundentemente que nuestras peticiones están social, económica, material y moralmente fundadas, por tanto, construir el Hospital de Huitzilan y ampliar el de Tecomatlán no sólo es hacer honor a lo pactado, sino atender las necesidades de dos regiones muy pobres de la entidad.

Negarse a resolver estas demandas es adoptar la misma política del gobernador de Quintana Roo, quien, actuando como pequeño reyezuelo de huarache, se niega a entregar 200 míseros kilos de maíz y novecientos pesos (dinero que no saldrá de las arcas estatales, sino de las arcas de la aseguradora) a indígenas mayas, por la pérdida de sus cosechas. Cualquier mente sana concluye que no entregar maíz y dinero  a campesinos pobres, que se están muriendo de hambre, es ofensivo, es humillante y  es negarse a reconocer  la calidad de seres humanos, por parte de un  gobierno  que se dice ?humanistas?, ?revolucionario? y ?heredero de los más nobles ideales del movimiento armado de l910?.

Pero, lo campesinos quintanarroenses deben saber, igual que hoy lo saben los campesinos poblanos, que la lucha, aunque dura y difícil, es la única arma que tenemos los pobres para lograr la resolución de nuestras demandas, y es la única forma para lograr demostrar a los gobernantes que el pueblo ya despierta de su letargo y no está dispuesto a seguir sufriendo, con mansedumbre samaritana, ofensas, desprecios, abusos, raterías y enriquecimiento de unos cuantos, a cambio de la ofensiva pobreza de muchos.

El gobierno de Puebla debe cumplir lo acordado y al gobierno de Quintana Roo le exigimos que entregue a los pobres un poco de lo mucho que los mismos pobres le han entregado a México.

 

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