Corrían los días de la campaña para elevar a Mariano Piña Olaya a la gubernatura del estado.
La estructura tricolor poblana estaba incólume, toda vez que en esos Madridistas días sucesores de la hecatombe López Portillista, la sociedad nacional aún no poseía los rangos informativos de ahora (III/2010).
Dos decenas de vagos de café convertidos en guerrilleros informativos, diseminaban en los centros clasemedieros angelopolitanos, querúbicos y levíticos tres temas a saber:
1.- El tal Piña Olaya venía como Gobernador.
2.- Era inminente su llegada.
3.- Había que entrarle a la bufalada para colocarse, pues los postulantes a su lado eran muchos.
Llegó el licenciado cuya oriundez siempre estuvo a discusión y empezó la campaña.
Mario Vargas Saldaña era el delegado general del partido y entre sus necesidades mas apremiantes del estratega estaban: Las cremitas de almendra o de vainilla de La California; las pizzas de siete carnes frías de cualquier pizzería que estuviera abierta o pudiera dar servicio a las dos de la mañana acompañada cualquier ingesta de cincuenta pequeñas tazas de café al día. Excepcionalmente consumía tortas de mariscos que se adquirían en la casa de un doctor de por el rumbo de la plaza de toros, guisadas por su orgullosa y jarocha esposa, la cual siempre atendía los pedidos de buen talante.
?El Estratega de fama nacional?, trabajaba de las veinticuatro horas del día, treinta y seis. Pocos le acompañábamos en ese horario.
En largas y vigilosas horas de no estrategizar Mario escuchaba al que quería, y yo le expliqué en algunos minutos la necesidad de modernizar el ritual partidario rompiendo paradigmas sociológicas nacionales.
En primer lugar los mítines callejeros tendrían que ser múltiples y todos descentrados, dejando el acto zocalero para una magna reunión-medio congreso- medio seminario, donde el nacido en Guerrero pero orgullosamente poblano expusiera sus ?pautas programáticas?, que en lenguaje no argentino significan ?Programa de gobierno?.
En segundo lugar el grupo que acompañara al candidato debería ser escaso: ?Que de lo bueno, poco e breve, Sancho?. Cervantes.
Al mismo tiempo que llegaba el producto principal para ser vendido en el mercado potencial del voto, estarían los diversos aspirantes a secretarios de estado en sendas mesas por sector, sub-sector y área, escuchando en lenguaje técnico la problemática a resolver. Por ejemplo en las mesas de agricultura, ganadería, minería, industria: familiar, micro y pequeña o cualquier otra que genere empleo deberían estar (en chinga bajo el frío, el calor, las incomodidades, las presiones sociales y todo aquello que existe en una sociedad atrasada) los deseosos de usar los ingresos y parafernalia de los altos rangos administrativos y los nombramientos en los actos priistas de: ?Compañeros distinguidos de partido?, aunque terminando el sexenio el 98% de ellos engrose la discreción de su alta economía y de la paz familiar.
También hícele constancia de la necesidad de usar menos publicidad de plásticos, editando folletería para el mejor vivir material e intelectual.
Con su lenguaje corporal entendí que de pendejo e iluso no me bajó. Pero estaba tan adiestrado para escuchar pendejadas que una mas no le importó.
La campaña prosiguió como tenía que proseguir. (?Las cosas son como son y no como deben ser?. Gaudencio Ruíz García).
Posteriormente en algún momento de crisis axiológica-social volví a leer hasta altas horas de la noche a Federico Nietsche.
A la mañana siguiente engallado con la compleja lectura germana del maestro de la fortaleza humana, que dice en sus textos:
?El ser humano debe ser tan vital y tan dueño de todo lo que le rodea; que ni tan siquiera a solas debe mostrar desaliento, timoratez o debilidad?; y el otro: ?Debe estar siempre erguido, hablar con lenguaje directo y franco, sostener su verdad hasta que el mundo lo entienda. Naturalmente que los desalentados, timoratos y débiles, por ser mayoría estarán en contra suya, pero el hombre deberá responder con fortaleza?; llegué a su lado y sin recordar quien estaba presente le pregunté: ¿Señor delegado qué tanta verdad aguanta un hombre? Federico Nietsche.
Me contestó con sus ademanes por cierto muy elocuentes: ?Ninguna César, ninguna; a quien creés que le guste que le digan que es pendejo, que lo están traicionando o que está rodeado de inútiles: A nadie; y menos si es político. Si no quieres que te manden a la chingada cállate y vé la campaña. De ser posible apoya en lo que sabes hacer?.