Chesterton decía: “Todo buen pensamiento que no se convierte en palabra, es un mal pensamiento y toda buena palabra que no se convierte en acción es una mala palabra.”
Esa es mi convicción; los pensamientos y sentimientos que me han animado a tratar de servir a Puebla desde el Senado se convirtieron en las palabras con las que he dialogado con los ciudadanos durante estos tres años y en las acciones legislativas concretas que hoy les comparto.
Ustedes tienen en sus manos el informe que contiene los resultados de mi trabajo legislativo durante este tercer año de ejercicio.
Los datos duros están ahí: desde mis intervenciones en tribuna hasta mi asistencia a foros y conferencias; desde mi participación en comisiones hasta la presentación de iniciativas y puntos de acuerdo; desde mis pronunciamientos políticos hasta mi trabajo por todo el Estado de Puebla.
Hoy esas acciones y participación deben ser informadas y evaluadas por todos aquellos poblanos que votaron; por todas aquellas poblanas que confiaron en Humberto Aguilar Coronado para ser su Senador de la República.
Sostengo que la política es un arte; una profesión que requiere de una gran pasión; de gente comprometida con su estado y su país; con sus raíces y con la propia acción dirigida a beneficiar a los demás.
Por eso la guía de mi conducta como Senador por Puebla la fijó la reflexión y las preocupaciones de Don Manuel Gómez Morín cuando escribió que en México las leyes no habían permitido ver la justicia.
En el fondo, lo que intuía Gómez Morín es que en México las instituciones no se utilizaban para servir a la sociedad, sino para que los grandes poderosos de la política y de la economía, se sirvieran de ellas.
Esta realidad me acompañó durante los primeros años de mí actuar político.
Por ello me convencieron los postulados de Acción Nacional y por ello decidí consagrar mi vida a transformar esa realidad, porque, como nos enseñó Carlos Castillo Peraza, “…debemos contar con un sistema de valores y tratar de realizarlos personal y colectivamente.”
Durante los años de esa lucha se construyeron cambios profundos en México; cambios que fueron soñados por la generación fundadora y que cosechamos nosotros gracias al tesón y al compromiso moral de todos los que nos antecedieron.
Desde luego, los más importantes y visibles fueron la construcción de una representación plural y auténtica en el Congreso de la Unión y la alternancia en la titularidad del Poder Ejecutivo.
Esos cambios integraron a México de lleno en el seno de la comunidad de naciones democráticas y generaron condiciones para que las decisiones legislativas no fueran una instrucción presidencial sino producto del debate y del logro de acuerdos entre todas las fuerzas nacionales.
Por eso quiero generar un compromiso político que conduzca a un comportamiento subordinado a la ética de todos aquellos que participan en el esfuerzo y en la construcción de la sociedad y el Estado que queremos, con el gobierno que los poblanos quieran.
Es en ese contexto en donde asumo mis responsabilidades como legislador.
Entiendo que hoy podemos construir leyes que permitan la justicia; que las leyes que hemos aprobado no responden a caprichos sino a preocupaciones genuinas y puntos de vista divergentes que hacen un esfuerzo por encontrar sus coincidencias para ser posibles.
Entiendo y celebro que mi trabajo legislativo, el trabajo del Congreso pueda ser revisado por un poder autónomo, por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Festejo que en México hayamos logrado equilibrios entre poderes que han frenado el abuso y el autoritarismo.
Sin embargo, no dejo de observar que estos valores, estos bienes públicos no han logrado concretarse en los ámbitos estatales y municipales.
En esos niveles de gobierno la opacidad, la corrupción y el autoritarismo siguen siendo el motor de su actuación porque no se ha logrado ni la alternancia, ni la auténtica representación popular y plural en las cámaras locales.
Sin embargo, en lugar de desanimarme, es justamente esa realidad la que ahora me inspira para seguir luchando por Puebla.
Recorrer sus municipios, sus pueblos y sus comunidades; observar el desgarrador nivel de marginación en el que viven muchos poblanos; dar fe del cinismo del discurso de los gobiernos que disfrazan y distorsionan la realidad, y hablar y convivir con los ciudadanos de este Estado para corroborar que siguen siendo objeto de abusos que atentan contra su libertad y su dignidad es una inyección de fortaleza para mantenerme, junto con todas las mujeres y hombres de buena voluntad en la convicción de que la tarea nos ha sido heredada para lograr “…combatir el dolor, que unos hombres causamos a otros, el dolor que se origina en nuestra falta de voluntad o en nuestra ineficacia para hacer una nueva y mejor organización de las cosas humanas.”
Por eso he tratado de convencer a la razón y a conmover el corazón de todos aquellos a los que he llevado el mensaje de esperanza de que la gran causa que nos mueve es hacer algo distinto, algo nuevo.
Soy un hombre sensible a las carencias y necesidades de nuestra gente por la sencilla razón de que reconozco que antes de ser senador y político, soy un hombre; un hijo; un hermano; un esposo y un padre que siente y vive intensamente la vida y Puebla.
Un Senador y un poblano al que le duele la desigualdad, pero sobre todo, la omisión en la actuación de los gobernantes actuales.
Un Senador y un poblano que entiende que es en la puesta en práctica de buenas políticas públicas en donde se debe trabajar para evitar el dolor evitable.
La ruta de pensamientos, palabras y acción ciertamente no se han detenido en Puebla; pero no debemos olvidar nuestros valores, nuestra misión y nuestro destino.
Sabemos que se pueden generar los cambios indispensables para nuestro Estado y heredar a nuestros hijos un lugar donde la democracia, la justicia y la libertad permitan a todos vivir mejor.
Creo que todos compartimos la idea de que tenemos una meta común, una organización sólida para cumplirla; la suficiente experiencia política para llevarla a buen puerto y una fortaleza espiritual y familiar indoblegable.
Por ello sé que no tomaremos caminos fáciles, que no nos dejaremos deslumbrar por espejismos que nos quieran ahorrar esfuerzos y fatigas.
Que andaremos la ruta para transformar la vida de los poblanos con una visión cien por ciento panista, orgullosamente panista.
Y así lo haremos porque nuestro compromiso moral nos impide engañar a los poblanos, nos prohíbe someterlos a un mal gobierno electo con nuestras siglas y nuestros colores.
Así lo instruyó Don Manuel Gómez Morín: “Señalemos propósitos concretos y realizables a nuestra acción y fijemos procedimientos a nuestro alcance, que no pugnen con el propósito fundamental de nuestra conducta. El mundo nuevo no lo harán los hombres viejos, no se logrará con métodos antiguos.”
Por ello, amigas y amigos, mi compromiso para Puebla desde el trabajo legislativo y desde la gestión social, es impulsar las condiciones para una transformación radical de los poblanos.
Quiero transmitirles que el convencimiento firme y la pasión política por cumplir y hacer cumplir el sueño de muchos poblanos es posible; que mi actuación pasa por la solidaridad y la preocupación por hacer el bien; compartir y tomar partido por resolver las necesidades de los poblanos.
Sin duda, la situación económica por la que atraviesa el país afecta sensiblemente a los más pobres, a los más desamparados.
Por ello es fundamental para mí compartir con ustedes el sentido de mi voto en el tema del aumento del impuesto al valor agregado.
No fue una decisión fácil pero en esa, como en todas las demás que he tomado en el Congreso, puse por encima del interés particular, el bienestar general.
Asumí los costos y me olvidé con absoluta responsabilidad de los daños que pudiera sufrir mi proyección política.
Sé que la medida es dolorosa pero me preocupa también que sea incompleta; que no resuelva el problema recaudatorio de México y que mantenga al país en altos niveles de fragilidad cuyos riesgos pueden ser desastrosos para la economía nacional.
Ustedes saben que el problema central de los ingresos en México es que se está acabando nuestro petróleo.
Todos los años de irresponsabilidad para no adoptar medidas impopulares llegaron a su fin, y por ello, desde que México decidió el cambio democrático se han adoptado medidas poco comprendidas pero necesarias para garantizar la viabilidad del México presente y del México futuro.
Pues bien, los Senadores del PAN no podíamos permitir que por cálculos e intereses personales se dejara de cuidar el bienestar de los mexicanos y mucho menos de los poblanos.
Mi conciencia está tranquila porque sé que el año próximo habrá recursos para pagar a los maestros y a los médicos poblanos.
Que habrá dinero para cubrir los gastos de apoyo a los más pobres.
Que la seguridad de las casas y de las colonias de los poblanos estará respaldada por su policía y su autoridad.
La medida fue difícil pero solidaria y valiente porque los Senadores Panistas queremos que el gobierno del Presidente Calderón le cumpla a la gente y le cumpla a los poblanos.
Los poblanos saben que Puebla necesita, reclama y exige políticos que sepan hablar claro; que no ofrezcan si no pueden cumplir; y que sean leales a su persona, a sus ideas, a su partido y a Puebla.
Puebla necesita una nueva clase política, una nueva generación de políticos que sostenga, afirme y promueva que la política es para servir y no para servirse del poder.
Pero hay más. Las intensas discusiones que se dieron en el Senado dejaron una puerta abierta para que finalmente realicemos esa reforma fiscal de gran calado que exige México.
Por ello comprometo con ustedes que desde la Comisión de Hacienda del Senado trabajaré intensamente para lograr una reforma a fondo.
Una reforma de Gran Calado en el sistema recaudatorio para que se promueva que los impuestos sean más fáciles de comprender; más fáciles de pagar y más fáciles de reclamar a la autoridad.
Que al mismo tiempo ese sistema sea más difícil de corromper; más difícil de eludir y más difícil de evadir.
Y que como consecuencia lógica seamos más los que paguemos menos cuando desaparezcan esos regímenes de excepción que tanto daño han hecho a este país.
Servir a Puebla es el mayor privilegio del que puedo gozar.
Lo hago por el lugar en el que viven mis seres queridos;
Por el lugar en el que trabajan y se esfuerzan mis amigos por sacar adelante a sus familias y a las familias de sus empleados;
Lo hago rodeado de un equipo profesional y comprometido con el bien común de todos los poblanos;
Lo hago por que estoy convencido que los poblanos somos iguales a los demás mexicanos, ni pipopes ni preciosos, simplemente ORGULLOSAMENTE POBLANOS;
Lo hago porque soy un ser humano de carne y hueso que siente y vive;
Lo hago porque soy una gente normal, con limitaciones y errores, pero con la gran pasión y las grandes virtudes que nos hacen ser ORGULLOSAMENTE POBLANOS.
Estos tres años de ejercicio legislativo me han hecho ratificar mi convicción de que la política es una actividad humana generadora de coincidencias en el disenso y de búsqueda constante de entendimiento mediante el diálogo.
Esta realidad me obliga a seguir trabajando incansablemente por recobrar ese orgullo que representa luchar contra la injusticia y los malos gobiernos;
Ese orgullo que representa hacer todo lo que está de nuestra parte para llevar nuestro mensaje a todos los rincones de Puebla para conquistar nuevos ciudadanos a la causa democrática;
Ese orgullo que representa ser identificado con los valores básicos de la honestidad y la decencia;
Ese orgullo de ser panista porque sabemos que la búsqueda del bien común es el objetivo indeclinable de la política;
Ese orgullo de ser poblano que sabe que la actividad política basada en la fuerza de los valores y sustentada en la fuerza de las ideas a través de la palabra, es capaz de mover la inteligencia y los corazones.
Ese orgullo que representa dejar en el alma de los poblanos una huella imborrable de que si es posible generar la esperanza presente de triunfo.
Por eso soy ORGULLOSAMENTE PANISTA
Por eso soy ORGULLOSAMENTE SENADOR DE LA REPUBLICA
Por eso soy ORGULLOSAMENTE POBLANO