Ayer los diputados federales en San Lázaro aprobaron los aumentos a los impuestos. Se grava el consumo y no se toman en cuenta medidas para combatir la evasión fiscal y la informalidad y mucho menos se estimulan la producción e inversión.
La salida fácil de aumentar el IVA un punto porcentual para dejarlo en una tasa del 16% provocará una inflación de unos tres puntos.
México va a contracorriente. Las medidas son todo lo opuesto a lo que aplicaron desde hace varios meses la mayoría de los países para enfrentar la crisis y para alentar el consumo; optaron por reducir impuestos, reorientar el gasto público, ajustar el aparato gubernamental con tal de reactivar sus economías, aunque después esos mismos países aumentarán los impuestos, pero ya será en otras condiciones económicas.
De los panistas ya se sabía, desde las campañas electorales, que estarían por el aumento de impuestos, los priistas mantuvieron la farsa de que no aprobarían nuevos gravámenes. En el caso de los poblanos su campaña la basaron en eso, en defender la economía de la población, en detener el alza en energéticos y ahora salen con que lo aprobado es un mal menor.
El problema en México está en que los estragos de crisis son, quizás, peores de lo vivido hace 14 años con el famoso “error de diciembre”, y ahora con un poder adquisitivo tan limitado se pretende sangrarlo más.
Los legisladores no ven la bolsa de la población, que no puede satisfacer mínimamente sus necesidades, y mucho menos ven las necesidades del país en su conjunto, que está en medio de una crisis de la cual saldrá hasta dentro de unos ocho o diez meses, según algunos especialistas.
A los genios del gobierno teniendo como aliados a los diputados federales (panistas y priistas) se les ocurre la brillante idea de aumentar impuestos que sólo gravan el consumo, y más aún los ingresos directos de quienes apenas ganan 6 mil pesos al mes.
Se van sobre quienes siempre pagan impuestos, y además el mayor peso está en la población en general, no tanto en los de alto poder adquisitivo.
Este paquete fiscal en nada estimulará la recuperación económica.
Se corre el riesgo de no generar empleo, el mínimo necesario; continuará la afectación a empresas, sobre todo a las Pymes, en suma la recesión se prolongará en el país.
Hasta el momento la mayoría (por no decir todos) de los diversos planes y programas anunciados por Felipe Calderón supuestamente para enfrentar la crisis no se han aplicado o no han dado resultados.
¿Se acuerda del Programa de Nacional de Infraestructura anunciado cinco veces?, la última vez que Calderón habló de él fue por ahí de marzo de este año.
¿Dónde quedó el presidente del empleo? En este año se calcula que habrá un millón de desempleados. Tan criticado fue Fox con su plan de “changarrización” que a la calladita Calderón y los gobiernos estatales también aplican el mismo programa. Sólo basta ver las “ferias del empleo” donde las empresas participantes son las que ofrecen ventas por cambaceo o multiniveles, además se promueve capacitar a las personas para que abran su propio negocio y se vuelvan “empresarios”.
Otro programa que no funciona y que además se aplicó tardíamente y mal, es el de “renovación vehicular”, el que pretendía motivar a la gente a cambiar su auto viejo por uno nuevo, dándole un “bono” o subsidio de 15 mil pesos. La cantidad es mínima para el costo de los autos y el limitado poder de compra de la gente, además se limitó a que sólo fueran autos de 15 años de antigüedad. Total que de los 33 mil autos que se pretendían vender apenas van 1 mil 700 colocados en todo el país.
Estamos a dos meses de que concluya 2009, y ya llevamos 12 meses en crisis; algunos países ya están saliendo de este problema, no así México.
Los efectos de esta reforma impositiva la sentiremos antes de que concluya el año, con una escalada de precios en todo tipo de productos y servicios, incluyendo el ajuste a las tarifas de gas, gasolina, energía eléctrica y demás.
En 2010 la recuperación podría verse a mediados del año, y esto en gran parte dependerá de las exportaciones.
El problema sigue siendo interno. El mercado nacional está sumamente deteriorado, tanto en su organización como en calidad; los mexicanos mantendremos limitado el poder de compra, con empleos de mala calidad, mal pagados y sin que haya visos de una efectiva política económica para crecer.
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