24-04-2024 01:11:46 PM

El martirologio que no fue

 

¿Es Blanca Alcalá un mártir político por haber sido borrada de la lista priista de probables sucesores de Mario Marín?

Por favor.

¿Realmente existió el concierto de oscuras complicidades operadas por quienes hoy ocupan lo más alto del poder político local para acabara con sus aspiraciones?

Vamos ¿de verdad creé que existían tales aspiraciones?

No se vaya con la finta.

Y es que, nada de lo que hasta el momento ha sucedido en el proceso interno del tricolor para elegir a su candidato a la gubernatura para el próximo año debe sorprendernos.

Ninguno de los actores se ha salido de lo que claramente marca  un guión escrito, producido y dirigido desde Casa Puebla y que tendrá como capítulo final la tan anunciada unción de Javier López Zavala.

Blanca, menos que nadie.

La alcaldesa ha sabido leer mucho mejor la sucesión que algunos de los demás aspirantes que se sienten eruditos en el tema del análisis político.

Alcalá ha entendido desde el inicio que quien tomará la decisión final defenderá con todo su estrategia particular y se morirá con su candidato, pase lo que pase.

Comprende que la apuesta es cerrar filas entre los operadores electorales y sectores del partido para garantizar la unidad de quienes conforman el voto duro tricolor, única fuente real de sufragios para ellos.

A pesar de su inmejorable posicionamiento en sondeos y estudios de opinión, motivo de enconos reales y envidias comprobadas por parte de otros precandidatos, la alcaldesa asimiló que la cristalización de un proyecto político personal que pasara por la gubernatura del estado se daría únicamente en el remoto escenario de que su partido sufriera una catástrofe electoral en el proceso federal pasado o que surgiera un escándalo de proporciones mayúsculas, detonado con el tiempo suficiente como para hacer mella real en las aspiraciones del llamado delfín.

Ni uno, ni lo otro.

Entender que el fallo de la Corte en el sentido de adelantar el proceso electoral local para julio, era el tiro de gracia a esta posibilidad y que el costo de convertirse en una presidenta municipal de menos de dos años era mucho mayor que aferrarse a buscar una posición que jamás había considerado con la seriedad que el tema amerita, la pone sin duda en otro nivel.

Pero faltaba el ingrediente final, el autodescarte.

Para vestirse con el traje de estadista, Blanca acepta salirse de la baraja sucesoria por gusto propio y así se mantiene ajena a la burda y cada vez menos efectiva estrategia de victimizarse para sacar raja política de una coyuntura.

Avala su retiro voluntario pero deja que sea el líder del partido quien lo anuncie para que la decisión se sazone con la institucionalidad partidista de quien la da a conocer y se espante ya de paso la tentación de etiquetar lo anterior como capricho personal.

Ahora bien ¿qué gana Blanca Alcalá con todo lo anterior?

Mucho más de lo que en teoría podría llegar a perder de mantenerse en la baraja sucesoria.

De entrada, el descarte le permitirá tener una segunda mitad de trienio mucho más tranquila que la primera.

Al dejar de ser considerada como una “amenaza”, el fuego amigo disminuirá de manera inmediata.

Los madrazos mediáticos con claros remitentes seguramente serán cada vez más esporádicos y así, como por arte de magia, su relación con el gobernador Marín mejorará notablemente.

Hay ya evidencias claras de que, de continuar la mala relación entre  Mario Marín y Blanca Alcalá pudiera tener consecuencias severas en la aplicación de los planes y proyectos prioritarios contenidos en el Plan Municipal de Desarrollo.

Obras para la capital que, únicamente serían posibles si se incluyen en los proyectos que de manera conjunta  plantean y operan estos dos niveles de gobierno podrían verse cancelados definitivamente o por lo menos pospuestos para otros tiempos en donde la  relación entre gobernador y presidente municipal  sea institucional y no esté basada en filias y fobias particulares.

Hace apenas unas semanas, la propia presidenta municipal hizo un llamado público de auxilio al gobernador del estado, solicitándole apoyo político y económico para enfrentar los retos del próximo año, en una muestra clara de los potenciales saldos de un enfrentamiento de este tamaño.

Además, seguramente la alcaldesa será tomada en cuenta en un lugar prioritario al momento en el que los priistas conformen la fórmula poblana que busque llegar al Senado de la República.

Hasta ahí.

Pensar que el descarte de Alcalá significa la culminación de una negociación que tendría como objetivo el entregarle en charola de plata a Jorge Estefan la candidatura a la presidencia municipal de la capital, sería por un lado no entender la lógica de los criterios políticos que ha utilizado el gobernador para llevar la sucesión y por el otro, significaría restarle méritos a un priista que, de amarrar la nominación, lo haría por méritos propios y no a través de negociaciones en lo oscurito.

 

latempestad@statuspuebla.com.mx

 

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